No todo Afganistán ha sido ocupado. ¿Se avecina una Guerra Civil?
18 de Agosto de 2021
Cada día que pasa y con la puntual actualidad informativa vamos conociendo más de este remoto país para España ubicado en Asia del Sur, según la división que la ONU hace del mundo al dividirlo en 22 subregiones.
Lejos del imaginario colectivo que la mayoría de españoles podemos tener de este país hoy musulmán a raíz de los avatares bélicos que viene padeciendo desde hace décadas, este montañoso territorio está repleto de bellos paisajes nevados, desfiladeros, frondosos valles, la milenaria ciudad de Herat, los lagos azules de Bande Amir, las centenas de interesantes mezquitas dispersas por todo el país,… y una rica historia que entra en contacto con imperios como el Persa, personajes como Alejandro Magno, ideologías como el Comunismo o el integrismo islámico,… que hacen que la realidad actual de Afganistán sea difícil de comprender.
Tenemos que remontarnos a los años 60 para encontrar la raíz de lo que actualmente ocurre. Años convulsos repletos de revueltas, inestabilidad, cambios de gobierno,… hasta que se produjo la intervención militar de la URSS.
Fue entonces cuando en los años 70 y 80 Estados Unidos decidió dotar de armamento a las guerrillas diseminadas por todo el territorio contrarias al régimen comunista, principalmente sunníes y pastún, o lo que es lo mismo: el germen de lo que ahora conocemos por talibanes.
Sumido el país en una ausencia de poder y de conflictos internos entre etnias que dominaban irregularmente el territorio se llegó al final de la Guerra Fría en 1992, y, con ello, la interrupción momentánea de suministro de armamento a las diferentes guerrillas por parte de la URSS y EEUU. Pero la intención de dominar el Golfo Pérsico no acabaría ahí.
Es importante resaltar que aunque este sea un territorio donde por su situación geográfica han acontecido innumerables acontecimientos inmersos en las pujas de oriente y occidente, donde conviven diversas etnias, diferentes formas de interpretar el islam, acompañado por un relieve difícil de dominar, el principal objetivo de las potencias es controlar -quizás desestabilizar- el Golfo Pérsico por ser una región rica en recursos naturales.
Y tras un condensado y breve recorrido por la historia bélica reciente del país, aquí viene el sentido de este artículo. A la retirada del régimen soviético le sobrevino un cambio de Gobierno que pasaba a manos de Mohammad Najibulá (sunní y pastún) entre 1986 y 1992, pero los fundamentalistas más antioccidentales no aceptaban el gobierno y lanzaron una ofensiva contra los muyahidines liderados por Mas’ud en la provincia de Panjshir buscando una unión que derrocara a Najibulá.
Con la caída del gobierno de Najibulá tras perder sus apoyos con el desmoronamiento de la URSS, el poder -no sin disputas étnicas- pasó a estar controlado por los talibanes entre 1996 y 2001.
Es aquí donde la provincia afgana de Panjshir cobra importancia por ser el único territorio que se mantuvo al margen del régimen soviético entre 1978 y 1992, que evitó la ocupación de los insurgentes entre 1996 y 2001, y que actualmente es la única de las 34 provincias afganas que no se encuentra bajo control talibán.
Cuando en 2001 Estados Unidos decidió invadir Afganistán bajo el pretexto de ser un país de acogida para Al Qaeda -responsable de los atentados del 11.S- y por creer que era país de refugio de Osama Bin Laden, los talibanes se replegaron hacia el sur fronterizo con Pakistán y a zonas montañosas de difícil acceso y control. Pero no desaparecieron.
Mientras tanto, los muyahidines seguían controlando la provincia de Panjshir.
Tras abatir a Bin Laden en las montañas de Abbottabad (Pakistán) durante una operación norteamericana en 2011, Barack Obama anunciaba el fin de la guerra de Afganistán en 2014, aunque durante 7 años han permanecido en territorio afgano tropas de la OTAN lideradas por Estados Unidos con la finalidad de entrenar y asesorar a las fuerzas del gobierno afgano en una futura lucha contra el avance talibán que se ha producido de manera fulgurante.
Llegamos así a los acuerdos de Doha (Qatar) de febrero de 2020, donde Trump acordó con los talibanes que las tropas de la OTAN abandonarían por completo Afganistán en 14 meses. Acuerdo refrendado ahora por Joe Biden y que ha supuesto el frenético avance talibán hasta hacerse con el control de 33 de las 34 provincias del país, con la excepción de Panjshir, donde los muyahidines que veneran al ya fallecido Mas’ud (el León de Panjshir) acogen a todo aquel contrario a que los talibanes controlen el país, entre ellos, el hasta hace días vicepresidente del Gobierno, Amrullah Saleh.
Cuatro décadas lleva resistiendo este valle situado a unos 150 kilómetros de Kabul a todo el que ha intentado invadirlo, desde donde ya han avisado “estamos listos para resistir por segunda vez a los talibanes”.
En este momento, los muyahidines fieles a la memoria de Mas’ud, sumados a miembros del extinto Gobierno, y a tropas que no han conseguido frenar el avance talibán en otras provincias del país se afanan contra los talibanes en lo que puede suponer una escalada de violencia y el inicio de la enésima guerra civil afgana.
FOTO: Bandera asociada con la milicia anti-talibán, la Alianza del Norte (valle de Panjshir).
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