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OPINIÓN: La guerra de la ciudadanía para que Extremadura tenga tren

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14 de Enero de 2019

OPINIÓN: La guerra de la ciudadanía para que Extremadura tenga tren

El tren de la vergüenza está haciendo más por Extremadura que el conjunto de las instituciones regionales, desde el parlamento autonomista hasta la Junta geoestacionaria.

Las ofensivas averías que, un día tras otro, sufre esa cosa que llaman tren han conseguido levantar a un muerto: al extremeñisno difunto, al fenecido sentimiento de pertenencia a una región más allá del lugar de residencia, de la ideología política, del nivel de estudios, de ingresos y de casi todo.

El tren de la vergüenza está consiguiendo que se sientan extremeños quienes han nacido o todavía viven en Extremadura. Todo un milagro. Desde la lucha para que no se terminara de construir la central nuclear de Valdecaballeros no se había visto cosa igual por estos lares.

Los vergonzosos estertores del tren de la infamia están resucitando a la sociedad civil extremeña, la están sacando de su secular modorra cataléptica, de su “maldita resignación”.

Nunca se le agradecerá lo suficiente a Milana Bonita el enorme mérito de haber puesto a Extremadura en los telediarios sin necesidad de verter ni una gota de sangre, simplemente exigiendo un tren digno. La Milana abrió sus alas y no deja de volar. Su ejemplo ha cuajado. Ahora llega ‘Calentón’, un grupo musical, con una canción ‘Blanca y Negra’ (“blanca y negra, que te ponen verde”, dice el estribillo, “por este andén, el tren no ha pasao”) que suena como un disparo de rock reivindicativo. No hay que oír esta canción: ¡hay que cantarla!, ¡hay que aprendérsela! ¡hay que bailarla en las verbenas!

Muy bien por ‘Calentón’. La imaginación al poder, sí señor. Pero ya y de una vez por todas. ¡Ah, no, todavía no, que en el poder aún no hay lugar para la imaginación; tan sólo queda sitio para el partidismo, para el compadreo, para los discursos fatuos, para las falsas promesas, para…  El poder continúa estando en manos de políticos.

Independientemente de quien gobierne Extremadura a partir del próximo verano, quien presida la Junta debería plantearse como obligación concederle la medalla de Extremadura a la ciudadanía extremeña, a la que se ha levantado en sainetes, en canciones, en memes y en armas de todo tipo en las redes sociales para exigir un tren digno. La concesión debería ser de oficio, sin necesidad de que la ciudadanía, destinataria de la presea, la pidiese para sí misma.

Aunque, quienes más se merecen la medalla de Extremadura, el máximo galardón regional, son quienes, a pesar de los pesares, continúan comprando su billete para viajar en tren por la región. Eso sí que tiene mérito y no hacerse la foto por asistir a un cuentacuentos con el ministro de Fomento.

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