Algarve: atrévete a salir de la playa
Ser elegido por octava vez el mejor destino de playa de Europa dirige inevitablemente los pasos hacia una costa llena de acantilados de vértigo y playas paradisíacas, pueblos marineros llenos de encanto, grutas excavadas por el océano, arenales en los que clavar la tabla de surf…, pero si caminas en dirección contraria, el Algarve te reserva grandes tesoros. Aquí tienes cinco planes para disfrutar de la belleza del interior de las tierras algarvías.
1.- Las ruinas romanas de Milreu
Imaginar la vida siglos atrás puede ser inspirador y en Milreu es, además, sencillo. La riqueza arqueológica de este paraje, al oeste del pueblo de Estoi, invita a la reconstrucción de un pasado de ocupación romana que hoy asoma con los vestigios de una casa señorial de grandes dimensiones, un balneario, un templo y varias instalaciones agrícolas. Aquí los romanos se establecieron del siglo I o II hasta el siglo XI, llenando la zona de mosaicos de figuras marinas, cerámicas, esculturas decorativas, mármol y estucos pintados de costumbre y tradiciones. El Centro de Interpretación satisface la necesidad de conocer al detalle la forma de vida de los que aquí encontraron un lugar perfecto para vivir y descansar. La ruta arqueológica y el sendero botánico son el broche de oro a una jornada de descubrimientos que no hará más que despertar las ganas de seguir conociendo el interior del Algarve. El que late más allá de las playas.
2.- Cascadas de agua cristalina
En el corazón de la sierra del Algarve, en medio de la aldea de Alte, surge la Queda do Vigário, un salto de agua de 24 metros que se derrama sobre una piscina natural de aguas cristalinas. Un oasis, un espejismo, un paraíso. El olor a orégano y otras especies guía los pasos hasta llegar a este mágico lugar rodeado de silencio y naturaleza. Un auténtico descanso.
Pego do Inferno es otro de los caprichos que la naturaleza concedió al Algarve. Esta vez en Tavira. Una cascada que cae formando un lago de aguas color esmeralda gracias a la fuerza del arroyo Asseca. Un lujo reservado solo para los que se alejan de la costa.
3.- Comprar en los mercados locales
No hay mejor manera que empaparse de un lugar que recorrer su mercado local a media mañana. Los olores, los colores… todo despierta el interés en los mercados de la región algarvía y, si te atreves, probarás de lo mejor y más natural. Desde el ‘litao seco’ de Olhao (un tiburón pequeño que se vende seco), a los higos de Loulé o las almendras. Estés donde estés en Algarve, ¡ve al mercado! Vivarás una experiencia inolvidable. Locales y turistas se mezclan con naturalidad y se ríen mientras tratan de entenderse con mímica y algún que otro ‘chapurreo’. Si te apetece dar un paso más, siempre puedes inscribirte en el programa de ‘Spice Spoons’ de Anantara Vilamoura, podrás visitar el mercado de Loulé (un edificio de más de 100 años en el centro de la ciudad) con uno de los chefs de la cadena tailandesa y elegir los productos con los que cocinar una receta juntos. ¡Un sueño para los ‘cocinillas’! Pero si lo tuyo es revolver, no pierdas oportunidad. Desde la tradición de Algoz (segundo lunes de cada mes) con sus mimbres, sus maderas y sus cerámicas, a las antigüedades de Boliqueime (primer domingo del mes). No saldrás con las manos vacías.
4.- Arte pública y callejera
Conocer el arte de un lugar es conocer a su pueblo: su pasado, sus influencias, sus aspiraciones. Algarve se muestra al visitante sin pudor a través de su arte. A puertas abiertas. Porque el arte ha de estar en la calle, con la gente, y no encerrado en edificios y galerías, nace el proyecto Arte Público de la Fundación EDP. Todo gracias al impulso del Laboratorio de Artes Creativas, una asociación con sede en la antigua cárcel de Lagos, que despliega por toda la región el concepto de ‘WATT. Un proyecto Artístico para la Comunidad’. Algarve es expresión artística en cada rincón. Arte urbano. Propuestas de Jorge Pereira, Padure, Mariana, Menau, Xana, Susana Gaudêncio, Tiago Batista o Miserável llenan las paradas de autobús o las estaciones de bomberos de Vila do Bispo, Barao de Sao Joao, Figueira, Mexilhoeira Grane, Sao Bartolomeu de Messines, Alte y Alportel. Una fusión de tradición y arte moderna que refresca la visión del Algarve de interior.
5.- Cata de vinos
El verano ofrece un escenario ideal para el amante de los vinos. La vendimia está al caer y los viñedos rebosan. El campo está reluciente de sol y resaca de primavera. La excusa perfecta para alejarse de la costa y adentrarse en el rural algarvío, donde se hacen vinos suaves, de aromas frescos y reminiscencias saladas. La playa embotellada. La compañía perfecta para degustar con calma cualquiera de las delicias de la cocina del Algarve: una cataplana, el tradicional y más emblemático plato algarvío, unas sardinas o un arroz caldoso de mariscos.
Para los más selectos, será de agrado seguir el rastro de la Negra Mole, una variedad de uva típica de la región que algunos enólogos están tratando de recuperar con cierto éxito. Degustarla al atardecer en una bodega de la zona te ofrecerá una visión del Algarve tan diferente de la habitual como encantadora. Quinta do Francés y Cabrita (Silves), Barranco Longo (Algoz) o Quinta dos Vales (Estômbar) son algunas de las bodegas que organizan visitas y catas de vino que no deben faltar en la agenda del viajero. No te arrepentirás de haberte alejado de la playa.