23 Noviembre 2024
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OPINIÓN: La economía de las apariencias. El festín teatral del litio en Cáceres

OPINIÓN: La economía de las apariencias. El festín teatral del litio en Cáceres

“Se trata de observar con agudeza” ( Anna Tsing).

 

Explicar el funcionamiento del capitalismo global, en la actual situación de salud planetaria, lo podemos hacer a través de cómo los gobiernos y regiones se abren en canal para crear relaciones con potenciales inversores en yacimientos minerales. Estamos hablando de las empresas prospectoras de las minas de litio en Cáceres. 

 

En el negocio de la minería, las empresas se imaginan un beneficio antes de poder extraer los recursos del subsuelo. Y lo hacen montando todo un espectáculo, “una representación teatral como prerrequisito del rendimiento económico” siguiendo los estudios de la investigadora Anna Lowenhaupt Tsing acerca de la minería en Indonesia (“Fricción”. Barcelona. 2021). Anna ha creado todo un equipo internacional de científicxs, antropolgxs, diseñadorxs y artistas que elaboran un Atlas Feral (Cruel) aportando ejemplos de supervivencia colectiva ante la proliferación de tanta ruina territorial. Se trata de documentar nuevas formas de aprehender el Antropoceno como resistencia a las emergencias de haber sobrepasado ya ciertos límites del planeta.  

 

Lo estamos comprobando en Cáceres ciudad y también en Cañaveral: Las empresas de la minería deben teatralizar los resultados a fin de atraer los recursos financieros necesarios. Las empresas se imaginan un beneficio antes de poder extraer los recursos mineros que pretenden. Y lo hacen montando un espectáculo, teatralizando los resultados a fin de que la verdadera extracción sea el capital financiero que precisan para su funcionamiento bursátil en el mercado internacional. Enseguida se suman políticos sin escrúpulos y catedráticos afines a fin de tocar ese poder que les vuelve todopoderosos: acatar las decisiones de desarrollo que internacionalmente quieren convertir a los pobres inyectándoles la fiebre del oro blanco. 

 

Por tanto, para funcionar y expandirse, las empresas prospectoras (antes de que lleguen las efectivamente extractoras de los minerales) se apoyan en dos premisas: tienen que exagerar las posibilidades de sus hallazgos; y tienen que presentar su proyecto de tal manera que haga imaginar el desarrollo local como parte de la globalización energética en curso. Como el “mayor tesoro europeo para la transición energética”. 

 

Si repasamos las cifras ofrecidas para la mina de Cáceres tanto en su capacidad productiva como en la creación de puestos de trabajo comprobamos cómo se ha ido camuflando a medida que la masiva movilización social y vecinal del “No a la Mina; Sí a la vida” ha exigido cordura y atención ciudadana, tanto en los juzgados como en la calle y en las instituciones.  

 

Para que no decaiga el espectáculo, como por arte de magia, las empresas promotoras siguen insistiendo que el lugar elegido es único en Europa y poco importa que a 1.000 metros del complejo minero se sitúe una ciudad de 100.000 habitantes; en todo caso disfrutarán en primera fila del prodigio de la técnica minera que les convertirá en ricos.  

 

Y, por supuesto, los momentos electorales, para algunos partidos políticos, encuentran servido ese ingrediente de intriga futura que supuestamente va a traer inversiones millonarias a una ciudad que ya predicen en decadencia si lo dejan escapar. 

 

¿El capital financiero mundial, agazapado en paraísos fiscales, creador de riqueza regional? Porque esta ha sido, y sigue siendo, la apuesta salvaje que ha originado en otros territorios el éxito de franquiciar una magia redentora del empleo local cuyo fin es seguir pilotando la hegemonía mundial de recursos naturales antes de su extinción.   

 

Pero hay un segundo supuesto en este tipo de proyectos que es el despliegue a escala global de lo obtenido a escala muy local. Resulta que a partir de ahora Cáceres va a ser la capital europea del litio, promesa redentora de los sueños regionales por fin atendidos por un capitalismo sin límites. El mercado de las tecnologías que usan múltiples minerales supone que todo proyecto minero que se proponga a gran escala, aunque se vea obligado a cerrar por alguna coyuntura monetaria, siempre podrá ser reactivado de nuevo. Nadie ignora que, una vez abandonada la época de los combustibles fósiles, hemos entrado en la dependencia de los minerales, productos inciertos, escasos en un mundo finito, y sujetos a estrategias geopolíticas internacionales. 

 

La previsión monetaria a futuro de cualquier producto minero son meros espejismos y lo contemplan como un juego planetario más. El caso de la minería de níquel y cobre en Monesterio es más que evidente (abierta en 2004 y cerrada desde 2015), o el de la minería de uranio en el suroeste de Badajoz y Salamanca (prohibidas por ley), o la búsqueda de oro, por toda la región, para conocer que una vez abierto el boquete nuevos dueños aparecerán prometiendo mas extracciones. Y si no se puede a cielo abierto pues subterráneo en forma de galerías. 

 

Aquí está la dicotomía que plantean los promotores a fin de sortear, para la ciudad de Cáceres, cualquier impedimento ambiental, geológico y de salud e incluso de cohesión social: ¿Hacer caso a la resistencia local o a una promesa económica que ofrece el oro (blanco) en el libre mercado mundial?  

 

Y aquí aparece nuevamente la magia, para que no decaiga el espectáculo, de una economía que solo es apariencia: convocar un nuevo proyecto, pero ahora subterráneo. Todo es riqueza, ocultando todo lo que se elimina para que así sea. 

 

Este tipo de empresas prospectoras necesita seguir teatralizando esa nueva propuesta de inversión intencional a nuevos espectadores, pagándoles la entrada con dadivas económicas, por ejemplo, a ciertos clubes deportivos y culturales de la ciudad de Cáceres, y seduciendo al club de empresarios locales y regionales. 

 

En litio sobre roca no se tiene experiencia de una explotación por galerías, que desde luego no evita los tratamientos, lagunaje y depósitos en superficie. Y, en esta nueva representación, el teatro abierto ya es total. Anuncian: no gastará agua pues todo operará en circuito cerrado de un agua que se obtiene de la depuradora (“el agua se recicla”); dispondrá de una energía que empleará hidrógeno verde en una planta de 500Kw (la mitad de un reactor de Almaraz); y no tendrá balsa de lixiviados que desaparece detrás de las cortinas de humo.  

 

El capital especulativo conoce bien a una región que necesita el “milagro económico” y tanto el suelo como sus recursos naturales se ponen en venta al mejor postor, borrando, en el caso del Litio, a la segunda ciudad de la región recreando un nuevo paisaje hipnotizador para los próximos 25 años.  

 

¿Hay que seguir dando cuerda a la obra teatral de “El litio infinito” (Infinity Ltthium) que se ha inventado hasta el nombre de “Valdeflores” (con s) como escenario posible de riquezas escondidas, con inversores remotos que poco les importa la vida y futuro de la ciudad, ¿de la región y del planeta? ¿De verdad queremos seguir dejando a la vida como “complementaria”, y montando “trampantojos” (economías de las apariencias) al margen de las potencialidades, deseos y relaciones innovadoras de humanos y no humanos?