"La mejor dieta para enero es no hacer dieta"
En cualquier época del año, una alimentación equilibrada debe contener una cantidad adecuada de proteínas, además de frutas, verduras, frutos secos y cereales integrales. Es recomendable consumir al menos cinco porciones de frutas y hortalizas al día, sin contar las patatas y otros tubérculos ricos en almidón y féculas, que también se deben comer, aunque no a diario.
"La mejor dieta que se puede recomendar a las personas que se han propuesto perder los kilos de más en enero, es no hacer ninguna dieta, sino apostar por una alimentación consciente y saludable que incluya más verduras en cada comida y cada cena, legumbres, cereales integrales, frutos secos o pescado. También es importante prescindir de los procesados de baja calidad, que cada vez llenan más los lineales de los supermercados. Son alimentos sólo ricos en calorías, azúcares, grasas y harinas refinadas, pero que a menudo se camuflan muy bien en el etiquetado. Por eso no siempre resulta tan fácil aplicar un patrón nutricional saludable", explica Andrea Calderón, profesora de Nutrición de la Universidad Europea.
En cuanto a las llamadas "dietas milagro", conviene tener en cuenta las advertencias de los especialistas para identificarlas y huir de ellas porque "prometen una rápida pérdida de peso en poco tiempo y con poco esfuerzo, no están basadas en evidencias científicas, eliminan grupos de nutrientes, y prohíben combinar alimentos de determinadas maneras o incluso apuestan por la ingesta de uno sólo durante varios días seguidos".
"Si cumplen esas características, son dietas desequilibradas, peligrosas para la salud y con efecto rebote", alerta la profesora Calderón, que también pone la tilde en las dietas proteicas, que están tan de moda: "Se debe consumir la cantidad de proteínas que necesita cada persona en función de su actividad, teniendo en cuenta, además, que se trata del nutriente más saciante. Sin embargo, seguir una dieta focalizada en las proteínas y, por ende, poco equilibrada, no es recomendable en absoluto".
Aunque lo ideal es acudir al especialista para que nos proporcione un plan nutricional personalizado, el consumo total de azúcares libres debería ser inferior al 10% de la ingesta de calorías diarias. Del mismo modo, las grasas deberían representar menos del 30%. En este sentido, las no saturadas, que están presentes en el pescado, el aguacate, los frutos secos o el aceite de oliva, son siempre preferibles a las saturadas, que se encuentran en la carne grasa, la mantequilla, la nata o el queso. En cuanto a la sal, su consumo no debería superar los 5 gramos diarios.