23 Noviembre 2024
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OPINIÓN: Carta a un político

OPINIÓN: Carta a un político

 

Sí, señor político…, ya llegó el tiempo de ponerse de cara a los ciudadanos. Atrás quedó el tiempo aletargado de una legislatura en la que la opinión del pueblo no ha contado. Pero ahora sí, eh…, en las próxima convocatoria a las urnas.

 

Ya empieza un nuevo ciclo electoral con un sinfín de visitas a los lugares más emblemáticos de las ciudades, rodeados del concurrido grupo de fieles simpatizantes. Esos a los que tenéis la caduca estrategia visual tan estudiada de colocarlos así, tan guapos tras el escenario y acompañando al líder político, que creéis que porque os arropen así en vuestro mismo plano, vais a transmitir más humanidad y acercamiento.

 

También volveremos a veros más "campechanos", sin corbatas y con cazadoras de pana o cuero, como aquellas apariciones públicas de los mítines de los ochenta. Con esa indumentaria casi rural que sugieren ese porte de activista sindical del pueblo, y que por exigencias os ponéis, pues todos sabemos vuestros buenos gustos por la moda y la "calidad" de los tejidos y firmas que ostentáis en apariciones públicas.

 

Desde que se da el pistoletazo de salida de la campaña, ya mis queridos políticos, comenzáis a rodearos de gente y haceros más sociables (mediáticamente), dándoos baños de multitudes y estrechando la mano por doquier.

 

¡Cómo os compadezco que tengáis que fingir esa cordialidad sin estar acostumbrados! Sobre todo aguantando a los pesados de turno insistiendo en una firma o selfie con su candidato favorito.

 

Pero en fin…, todo sea por conseguir la meta trazada. Sentarse al gobierno del pueblo o ciudad.

 

Si supiérais lo poco eficaz que resulta estar en "modo Dios", donde se os ve en todo acto o fiesta para socializaros con los votantes. Creo que provocais el efecto contrario, pues saturais los medios con vuestra presencia…, y eso, ¡no sé yo si es positivo del todo!

 

¿Y vuestros discursos? Lamentables a la vez que bochornosos. Nunca habéis hablado tanto en esos cuatro años como en esos días previos a la urna. Os excedeis en discursos falaces y tintados de demagogia, donde siempre apuntáis ser los mejores y la única alternativa sensata. Yo quiero un político tímido que actúe, y al que le sobren los discursos, que ese otro al que se le va la fuerza por la boca y todo queda en teorías que nunca toman forma.

 

Pero lo más sorprendente de todo (y emotivo), es lo compasivo que os volvéis con los colectivos desfavorecidos. ¡Qué humanos sois cuando vais personalmente a visitar a los ancianos y enfermos! Dice mucho de vosotros esa caritativa vocación de "servicio". Seguro que dejáis ese buen sabor de boca a aquellos ancianos que dudan del electo candidato a meter en el sobre.

 

Me encanta veros discutir en el senado o en el pleno, donde os moderáis con total educación en los debates sin faltaros el respeto. ¡Qué buen ejemplo dais de civismo al ciudadano!

 

Admiro la rápida reacción que mostráis, mis queridos políticos, ante un error del candidato contrincante o miembro de la oposición. Sabéis respetar la solidaridad y empatía ante el dolor ajeno, y jamás "haríais leña del árbol caído", en catástrofes o tragedias humanas, sin aprovecharos del tirón mediático para hacer campaña. Eso os honra, amigos políticos.

 

Cuando entráis en esta crucial etapa vuestra, ya parece que los males de la humanidad se han esfumado. Ya no hay virus, ni problemas de suministros de energía, ni desorbitada economía que asfixiaba al contribuyente, siendo hoja de ruta a seguir para ayudarle. Y toda esa letanía de complicaciones apocalípticas que os habéis encargado de transmitir como arma arrojadiza al pueblo. La prioridad ahora sois vosotros, lo demás…, puede esperar otros cuatro años.

 

Me encanta la incoherencia de vuestros planes y discursos. No paráis de apretarle el cinturón a los débiles de la sociedad, como viudos y pensionistas. Posicionados del lado de las industrias y ejerciendo una labor de recaudador de impuestos, más que de políticos. Y tan pronto anunciáis medidas de recorte, promulgando la "responsabilidad" y "solidaridad" con todos, que envejecéis delante de nuestras narices, sin existir para vosotros una retirada como el resto de jubilados. Sin contar esas otras actividades que os esperan a modo de premio de consolación en los puestos de directivos o asesores que os ofrecen desde múltiples puertas giratorias. En fin…, está claro que estáis hechos de otra pasta. (o casta).

 

Aun así, señor político, me complace por unos días serle de utilidad y creerme por momentos que soy imprescindible.

 

Nos veremos pronto. Usted sacando de la chistera utópicas realidades con gestos de cara que muestran credibilidad y confianza, bajo previo ensayo.

 

Sorpréndanos nuevamente con nuevos horizontes de justicia social para todos. Con esa magia prestigitadora de su oratoria. Ofrezcamos nuevas esperanzas en este castigado mundo de olvidados con listados de promesas en un programa que pocos llegan a cumplir.

 

Nosotros, por nuestra parte…, seguiremos fieles a extenderle nuestro papel esperanzador, para que consiga sus propósitos personales y prosperar en la vida, como todo hijo de Dios.

 

Hasta pronto señor político.