OPINIÓN: "La Constitución soy yo y mi sillón"
“Los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico” Art 9.1 de la Constitución".
¿Por España o contra España?
Nadie tiene derecho a vender a España en su conjunto o a trozos, como pretenden algunos. Esto no es un zoco ni un mercado inmoral. El que un fugado de la justicia quiera invalidar uno de los juicios más rigurosos que condenó la proclamación de una república independiente en Cataluña, es atentar contra el Estado de derecho y convertirnos en una república bananera con la complicidad del propio Gobierno.
Los extremeños a los que nos está vetada la televisión extremeña, la de España y los medios públicos, agradecemos que periódicos como Extremadura 7Días y otros similares nos permitan expresar nuestras ideas y nuestros valores en democracia.
Nos preocupa, como regionalistas, todo lo que afecta a Extremadura, la marginación e indefensión de nuestra tierra, el robo sistemático de su derecho a la igualdad con todos los españoles; pero somos españoles, además de extremeños. Viendo el peligro inminente en que está la integridad de España, no podemos menos de alzar la voz, aunque sea un grito en el desierto y se la intente silenciar por la simulación, la mentira y la falta de la más elemental ética.
Creemos que se está cometiendo uno de los mayores atentados contra España, contra los españoles de buena fe que están por encima de ideologías de izquierda o de derecha, nacionalistas o separatistas golpistas.
Lo triste es que estemos discutiendo con plena pasividad, como si la vida o la muerte de España fuera un juego de trileros y un espectáculo contemplado por miles de españoles impasibles. Esto se hace con los votos de los que creen en España y podrían dar su vida por ella en un cuerpo a cuerpo, si fuera necesario. Pero la simulación, el engaño y la propaganda les hacen ver las cosas al revés.
Esta situación de cobardía, o indiferencia de muchos, es un test para la gente honrada que, sin duda, defendería la unidad e integridad de España con todas sus fuerzas en situaciones extremas. Muchos no perciben este peligro inminente que se nos viene encima y, sin quererlo, se hacen cómplices de los golpistas y los declarados enemigos de España.
No es alarmismo, es simplemente ver lo que manifiestan los que se unen para destruirnos y, siendo muy pocos, deciden por 48 millones de españoles sobre la existencia o no de la nación española.
¿Quién es el farsante culpable de tanto engaño?
Lamentamos la ceguera de algunos y la pasividad, o cobardía, de otros que deberían no solo dar razones para defendernos (razones nos sobran), sino actuar, con la Constitución en la mano, frente a los golpistas y sus cómplices. El error de un diputado permitió aprobar la reforma laboral. No por error, sino por respeto a España y a la propia conciencia, deberían ser muchos los diputados que votaran a favor de la unidad e integridad de España. Churchill no fue un tránsfuga, sino un defensor de su nación. Los diputados serán responsables, ahora y para la historia, de su voto.
No se trata de ideologías, sino de la unidad e integridad de España o de su destrucción, por encima de cualquier ideología.
¿Sobre quién recae la obligación de defender la integridad territorial de España?
Independientemente de la poca o nula eficacia de nuestras ideas, sentimos, como personas y como españoles, la urgencia moral de denunciar este intento de destrucción de España que algunos no perciben.
Hacemos una llamada urgente a los diputados y senadores para hacerles ver que la mayoría absoluta de los españoles queremos mantener la unidad e integridad de España y no depender de separatistas y sus enemigos declarados. No se trata de transfuguismo, sino de poner en una balanza a España y, en otra, a sus enemigos.
Los diputados y senadores, por encima de ideologías, deben responder a los intereses de la mayoría absoluta de los que aman a España. En manos de los diputados, y de su conciencia, está la solución.
La cobardía es mala consejera. Apelamos a la conciencia de los diputados, a la justicia y la igualdad de derechos y deberes de todos los españoles, sin excepción alguna. Lamentamos que el ansia de poder anule la verdad, la justicia, la equidad y todos los valores democráticos.
No se trata solo de los 450 mil millones que piden los separatistas (el presupuesto de un año de España), sino del esperpento más espantoso para una de las naciones más antiguas que esté en manos de un delincuente fugado de España y que nos quiera imponer el fraude de ley de la amnistía y la autodeterminación.
La supresión de la división de poderes y el tratar de evitar que los jueces apliquen las leyes es un fraude que supondría la eliminación de la democracia. Una sociedad sin justicia, sin leyes y sin ética deja de ser una sociedad democrática.