OPINIÓN: Derecho a saber la verdad

Es algo tan elemental a pesar de la apariencia, que no me explico cómo se puede aguantar la falsedad en las comunicaciones con el pueblo.

La verdad, ¿para qué? Creo que fue Lenin el que se hizo esta pregunta. La verdad, le podríamos responder, no es un instrumento para otras cosas, sino algo finalista, que se justifica por sí misma, es el suelo que pisamos; y la mentira son los socavones, a veces invisibles, de ese suelo lleno de trampas con las que se engaña al pueblo.

¿Solo importa el poder? Podríamos preguntarnos nosotros el poder, ¿para qué? Solo tiene sentido para servir y respetar al pueblo.

¿Qué sociedad podría funcionar con una moneda falsa? Incluso la moneda que no lo fuera, engendraría la duda y la incertidumbre de la moneda falsa.

Necesitamos claridad, unas relaciones de confianza y unos valores que el pueblo español siente, de solidaridad y empatía, con los más necesitados y menos atendidos.

Necesitamos que nuestra sociedad esté por encima de manipulaciones ideológicas y que los gobiernos respeten esos valores fundamentales que son la base de una sociedad humana, a veces maltratada por minorías radicales que buscan el enfrentamiento y manipulan todo lo manipulable usando los medios de comunicación que pagamos entre todos.

La verdad para las personas, para las conciencias es como la luz para los ojos. Todos seríamos ciegos en un mundo en que se ocultara la luz. Eso hacen, a veces, los manipuladores que usan la oscuridad para que el pueblo no vea, no conozca el terreno que pisa.

España es un gran pueblo cuya solidaridad aparece cuando el hambre urge, o la necesidad le pide entregarse a los demás. Hablamos de personas humanas, no de ideologías como instrumento de dominación. Por eso, exigimos el derecho a la verdad, a la libertad, a la confianza entre las personas de una sociedad humana.

FIRMADO: Pedro Cañada (Extremadura Unida).