OPINIÓN: Hasta que el barro nos separe
Después de un mes y medio el aparcamiento de La Alcazaba de Badajoz, la más grande de Europa, vuelve a abrir al tráfico, por desgracia. Disponible para los conductores todo el año, ha estado cerrado este tiempo por el mal estado en que se encontraba.
El que os escribe fue estudiante en la Facultad de Información y Documentación ubicada justo encima de este mal llamado parking, donde se ubica además el Museo Arqueológico Provincial que tanta historia alberga. Es decir, que conozco bien el terreno y la dichosa cuesta que da acceso al ‘Cubo’.
Durante dos años entrené el tren inferior cada mañana o cada tarde en ella y sudé innumerables camisetas hasta llegar a las aulas para introducirme en ellas con la calefacción o el aire acondicionado a toda potencia. Pero he de reconocer que eso se terminó cuando descubrí que subir en coche no estaba tan mal.
Al principio podíamos aparcar justo en la puerta de entrada a la facultad. Sin líneas que delimitaran aparcamientos, muchos recordarán los líos que se formaban cuando los vehículos mal aparcados no dejaban salir a otros. Más tarde eso se acabó y todos terminamos estacionando en el ‘parking’ debajo del museo. Allí los famosos ‘gorrillas’ te ayudaban a maniobrar. Eso sí, a algunos o les dabas un euro o les plantabas cara. Más de una amenaza o discusión hemos presenciado por algún rayón en la pintura.
Sin embargo, todos tenemos derecho a equivocarnos y rectificar es de sabios: estoy totalmente en contra de esos aparcamientos y hay que eliminarlos cuanto antes. Permitir dejar entrar vehículos dentro del monumento más importante de la capital pacense es una aberración y tiene que acabar ya.
A esto sumamos que el terreno acaba hundido con el paso de los meses por el peso de los coches y dentro de un tiempo será inaccesible como ya ha ocurrido en otras ocasiones. Esto se agrava con la llegada del invierno y las lluvias, cuando se forman hoyos y barro.
En definitiva, suma y sigue. Coches y Alcazaba seguirán conviviendo en pleno 2023, hasta que el barro los separe de nuevo.