OPINION: La España deseada y la indeseable
Si un extraterrestre llegara a España y viera los telediarios, los periódicos o el Congreso de los Diputados, pensaría que los españoles son todos enemigos unos de otros, y que está a punto de explotar una gran revolución.
Cuando, por el contrario, un español “normal” se mueve en esta España, en estado pre-revolucionario, tiene una visión menos pesimista porque, al lado de los que más gritan y ofenden, hay miles de personas a las que no se oye, pero tienen un sentido de la solidaridad que no se percibe en un simple contacto.
El substrato ético y cultural del pueblo español es, en su gran mayoría, conforme con los derechos humanos, la solidaridad con los más desfavorecidos y la capacidad de volcarse en cualquier situación de desgracia con los más necesitados.
Pensamos, por ejemplo, en Cáritas, en Manos Unidas, en Médicos sin Fronteras, en esas ONGs y en todos aquellos voluntarios que están dispuestos a sacrificarse por los demás, en los que ayudan a los que ayudan para salvar a los más débiles. El alma de los españoles tiende a la solidaridad más que a la agresión.
Esto no supone que hayamos apartado de nosotros cualquier atisbo de egoísmo, pero con todas las reservas para casos concretos, el alma de los españoles es más generosa que egoísta.
Si todos los que piensan de esta forma fueran conscientes de su gran fuerza y estabilidad podrían poner en su sitio a algunas minorías, incluso extranjeras, que siembran sistemáticamente la intriga, la cizaña, la violencia y el odio. Harían que la ley se cumpliera y fuera igual para todos por encima de agresiones y entrenamientos de las guerrillas urbanas.
En algún tiempo se llamaba a esta gran mayoría de españoles ‘la mayoría silenciosa’. Pero estas mayorías deberían tener un cauce de expresión pública para que se conociera cuál es la opinión sensata y la voluntad de la mayoría de los españoles.
Cuando esta mayoría pueda expresar de forma coordinada su pensamiento y actitud, por encima incluso de los partidos, las cosas cambiarían por la propia lógica de los hechos. Solo faltan dirigentes que tengan las ideas y la voluntad claras y sepan llegar a los demás con este mensaje social. Si España se manifestara en la realidad como es, desaparecerían los que tratan de manipular la voluntad de la mayoría con la propaganda masiva y con sus concepciones ideológicas que no los representan.
Entre la España INDESEABLE y la DESEABLE tenemos que optar
La España indeseable, la que no nos gusta, es la España falsa, la España de la intriga, de la mentira, de la agresión a los demás, la del enchufismo, la de los pícaros que falsean hasta las leyes y el lenguaje para aprovecharse del resto, la que no respeta los derechos ajenos, la que abusa del más débil, la que utiliza la mentira como arma política, rechaza la verdad y envenena el lenguaje, que es nuestro medio natural humano.
La España que queremos es la España pacífica, solidaria, justa, que quiere convivir con todos respetando los derechos de los demás, sin imposiciones dictatoriales ni manipulaciones, la libertad que respeta al discrepante, la justicia igual para todos, la solidaridad e igualdad de derechos como sistema democrático de vida. Esto no implica que seamos insensibles a lo que ocurre en la sociedad y que no tengamos que actuar y defender aquellos valores que nos son comunes.
Si las personas “normales” se callan y aguantan, los que pretenden manejarlo todo, incluso la vida de cada uno por intereses económicos, políticos o de simple dominio harán lo que quieran con el pueblo.
Queramos o no, nuestra postura, e incluso nuestro silencio forma parte del conjunto y habría que defender los valores que nos unen y nos permiten vivir en paz, sin dejarse manipular por aquellos que, sin escrúpulos, lo convierten todo en propaganda que falsea la realidad de las cosas.