OPINIÓN: Los defensores indefensos
Con la lógica comprensión de los diputados y senadores ante su impotencia para defender a Extremadura, tengo que decir, con toda honestidad, que yo también sufrí esa impotencia para defender a la tierra que, teóricamente, me había elegido para que defendiera sus intereses.
En estas contradicciones he gastado mucho de mi tiempo y energía, tratando de ser consecuente con lo que, para mí, suponía ser representante del pueblo extremeño que me había votado. Ante la imposibilidad de defenderlo, abandoné un partido en que me sentía cómodo pero obligado a renunciar a lo que yo creía mi deber.
Por oponerme al trasvase Tajo-Segura, por defender que el agua del Tajo sirviera a su cuenca prioritariamente, por las necesidades de Extremadura potenciales y futuras, por la igualdad de derechos con otras Comunidades, tuve que abandonar el partido y, sin el poder, intenté hacerlo desde Extremadura Unida.
Los problemas de Almaraz y el hecho de que los beneficios de la energía producida se los dieran a otros, y Extremadura cargara con todos los perjuicios por posibles accidentes, el cementerio nuclear, fue otro de los temas coincidentes.
Yo había entrado en política en un partido regionalista (AREX), que fue integrado en UCD en contra de la independencia y compromiso con Extremadura que habíamos soñado y adquirido.
“No importa, vamos a defender lo mismo y tendremos más fuerza”, decían algunos.
FALSO. Los intereses de los privilegiados nacionalistas catalanes y vascos, y, en este caso, los intereses de Murcia y la cuenca mediterránea (Alicante, Valencia, Almería, Murcia…), eran más importantes que los de Extremadura y Castilla La Mancha. ¿Por qué no se llevan el agua del Ebro que, en una riada, tira al mar el agua con la que se podría abastecer a toda España? Pero ahí chocaban con Cataluña y Aragón (“si lo hicieran en el Ebro, aquí habría tiros”, me decía un diputado aragonés). Las promesas de regadíos, de interés nacional para Extremadura, a pesar de los decretos, leyes y promesas, fueron eso, puras promesas “para no cumplirse”. Extremadura lo aguanta todo.
Por estas razones, cuando hablo de la necesidad de elegir DEFENSORES DE EXTREMADURA en vez de representantes simbólicos, que no podrán defenderla, no quisiera otra cosa que abrir los ojos a los que no caen en la cuenta de que esta representación de Extremadura es falsa. Es un montaje de la oligarquía, que maneja el cheque al portador, que dan los extremeños a los partidos que no están comprometidos en la defensa de los intereses de Extremadura, pero vienen a pedir el cheque que ingenuamente les dan los extremeños.
A los “representantes” que quieran comprometerse en serio con los intereses de Extremadura, si no coinciden con los de su partido, les pasará lo mismo. El cheque al portador de su voto, está en manos de los partidos, no de los representantes extremeños.
¿Por qué no interesa a los grandes partidos ni al Gobierno la defensa de Extremadura? Porque tienen su nido y sus intereses económicos y políticos en otra parte.
Porque los partidos buscan poder, no justicia, no igualdad de trato, y el poder se lo dan las regiones más potentes y con más votos; por eso, en la propia región extremeña, los partidos se inclinan por Murcia (1.510.951 habitantes), por Alicante (1.858.683 habitantes), por Valencia (2.565.124 habitantes), por Almería (716.820 habitantes), en total 6.651.578 habitantes, mientras Extremadura tiene 1.063.575 habitantes.
Los partidos tienen su nido y sus intereses en estas Comunidades. Entre los partidos se reparten esos votos y hay que tenerlos contentos. En Extremadura se los pueden repartir, pero como somos pocos, tocan a poco. Habría que seguir el consejo del Génesis, si queréis que os escuchen… “creced y multiplicaos”.
Suiza tiene algunos km2 menos que Extremadura, pero tiene 8.600.000 habitantes; Bélgica tiene 11.000 Km2 menos, pero su población es 11.549.000 habitantes. Extremadura debería triplicar, al menos, el 1.063.575 habitantes. Algo habrá que hacer porque nuestra marginación cambie. Los grandes partidos han gobernado en España y en Extremadura, pero Extremadura no contaba para ellos. Aunque no lo consigamos, el conformismo, la resignación equivale a una traición al pueblo extremeño.