OPINIÓN: Más reina que nadie
Hemos quedado estupefactos ante las extravagantes "maneras" de nuestra reina Letizia durante el funeral de Isabel II.
De sobra se auguraba su malestar, después de tomarse tantas molestias la Casa Real española de permanecer en el protocolo lo más alejados posibles del Rey Emérito Don Juan Carlos de Borbón y Doña Sofía (sus suegros).
Entiendo que en la pluralidad de los lectores habrán quienes estén a favor de la monarquía, como quienes estén en contra de ella, e incluso a los que les sea completamente indiferente. Yo, en mi ejercicio de "opinar", seré fiel a mis principios sin ensalzar ni mucho menos desprestigiar la labor que desempeña una institución como la Corona española en nuestro tiempo.
Tengo que confesar que siempre he sentido una profunda admiración por nuestra anterior reina de España, Doña Sofía de Grecia. Una mujer con una entereza y sentido de la responsabilidad pública mayúscula. A pesar de toda la suciedad almacenada bajo alfombras en una idílica vida de cuento, con la que nos tuvo a todos los españoles durante años, con un matrimonio excepcional, a la vez que cómplice acudiendo a todos los sitios oficiales juntos. ¡Si hasta guardo en el añorado subconsciente esa imagen arquetípica del matrimonio retratado presidiendo en todas las aulas de mi época!
A pesar de los pesares de una vida soportada en desprecios encubiertos, siempre mostró una sonrisa en público y nunca dio motivo de escándalo público (y créanme que hubiese estado en su derecho).
Pero volviendo a la actual reina, que no olvidemos que no lo es de cuna, sino que es consorte, estimo que se ha metido tanto en el papel de monarca comprometida, que ha devorado el protagonismo de su esposo, el rey Felipe VI.
Da la impresión que ella trataba de dar buena sensación en Europa, a pesar de que el acto no fuera el más deseable, y el tiro le salió "rana", ya que los británicos son obstinados en su libre albedrío, y decidieron sentar juntos a toda la familia en torno al feretro de tía Lilibet.
Recuerdo aquellos años tan nefastos para Letizia tras protagonizar una surrealista escena ante la puerta de la catedral de Mallorca cuando quiso prohibir con su cuerpo que la prensa retratara a una abuela con sus dos nietas. Un hecho que trajo demasiadas críticas a la reina Letizia y quedando en malas posiciones en el ranking de la estima ante los españoles.
Pasados los años y viendo ese papel de madre entregada en la educación de sus adolescentes hijas, parecía que había ganado posiciones en el corazón de sus súbditos. Pero da la impresión que nuestra reina ha vuelto a la "casilla de salida", tras esos gestos de superioridad y arrogancia, mostrados a sus suegros.
Las imágenes hablan solas ante un comentario que realiza Don Juan Carlos a su esposa Doña Sofía, propiciando una discreta risa entre ambos y siendo interceptada por la inquisitoria mirada de Letizia (que no sé por qué la matizamos con "z", cuando no tiene arraigo italiano).
Aconsejaría a su Majestad Doña Letizia que suavizara en adelante la mirada. Es demasiado dura y repleta de interpretaciones. No sé si en esa arrogancia se ha creído más reina que todos los allí presentes para fulminar con la mirada.
Creo que si en algo Leidy Diana se ganó con creces el corazón de medio mundo, desde su timidez, lo hizo precisamente por esa sencillez y humanidad que la caracterizaba. Y es que, hay que saber reinar desde dentro, más allá de las coronas, los diamantes y los modelitos de diseñadores prestigiosos.
Flaco favor le está haciendo Letizia al rey, su esposo, en unos tiempos tan convulsos donde se está planteando constantemente sobre la mesa la disolución de la monarquía en una sociedad cada vez más incompatible con estas escenas tan fuera de la vida normal.