OPINIÓN: No podemos sobrevivir con la gente recluida en sus viviendas
Hace años leí que los esquimales no tenían casa, sino que vivían en su traje. Independientemente de la realidad o no, dada la actual circunstancia en que hay que elegir entre casa y calle, inmunidad o trabajo, he pensado en un híbrido: “un casa-calle” que solucionara el problema de unir seguridad y libertad, la casa como seguridad, y la calle y el trabajo como símbolo de la libertad.
No es ningún invento ni utopía extraña. Se han inventado los trajes de los cosmonautas, los de los buceadores y otros que nos permiten pensar que, en España (y en el mundo), sobra imaginación y capacidad técnica para poder hacer un híbrido que nos sirva de casa, de seguridad y, a la vez, de libertad de movimientos. La trinchera estaría en el traje-casa.
¿Por qué nuestros científicos e inventores, que descubrieron el genoma humano, la vacuna contra la viruela y acorralaron al sida entre otras muchas cosas, no van a ser capaces de crear un traje de plena inmunidad y comodidad para que los sanitarios, que tienen que estar en el mayor peligro de contagio, pudieran tener un traje con la transpiración necesaria y la inmunidad conveniente?
Todos sabemos que las mascarillas, el lavado de manos y los guantes son una solución parcial que no ha impedido que muchos sanitarios se hayan contagiado y otros muchos hayan fallecido. Los trajes actuales de los sanitarios son un intento, por ahora, superable en comodidad e inmunidad.
De estos modelos, se podrían derivar trajes que permitieran la inmunidad con formas más sencillas y seguras para el pueblo en general. Sería más fácil que hacer una lavadora o ir a la luna. El coste podría ser rápidamente amortizado por los millones de personas que lo podrían usar. Esto no quiere ser una ocurrencia, sino una sugerencia para los que tienen imaginación y capacidad técnica para realizarlo. Sería un gran servicio a la humanidad.
La invasión del virus criminal, que nos ha hecho perder miles de vidas, no se acaba en esa cruel agresividad y la reclusión en nuestras propias casas para sobrevivir. La inseguridad sigue atacando por el camino paralelo de poder trabajar para poder vivir. Parece necesario superar el dilema de seguridad y libertad de movimiento.
Una nación no puede sobrevivir con la gente recluida en sus viviendas, es otro tipo de “enfermedad” que requiere la razón y la imaginación para superarlo.