OPINIÓN: No pongan sus violentas manos sobre el fútbol
El fútbol invade todo lo que nos rodea. El denominado “deporte rey” por los entendidos, cuando en realidad es el atletismo por historia, ha absorbido la mente de la mayor parte de la población que viven por y para el fútbol.
Quien más y quien menos ha ido alguna vez a un bar a ver un partido de fútbol, ya sea del Madrid, Barsa o del Portugalete si prefieren, o de la Selección Española. Además esta práctica está tan aceptada que incluso algunos que no les gusta este deporte lo han hecho.
¿Qué tiene el fútbol? Algo debe de tener que levanta tantas pasiones y muestra las emociones a flor de piel. Un sentimiento que para muchos es de los más bonitos, cuando su equipo gana una Champions o un simple partido.
El problema está cuando esas emociones se tornan en violencia. Hemos llegado a sentir hartazgo de ver una y otra vez como los ultras de los equipos de fútbol protagonizan alguna que otra acción violenta.
Tanto dentro como fuera del campo imponen su ley de odio y violencia. Todo ello ante la atenta mirada de la sociedad que busca una solución en las instituciones o en los propios clubes.
Son esos clubes los que generalmente miran hacia otro lado. Se escudan en que fuera del campo están atados de manos pero uno, que es muy mal pensado, cree que se les respalda porque en gran medida son los únicos que animan.
Señores dirigentes de los clubes. Hasta cuando tiene que aguantar el aficionado de a pie ver como fin de semana sí y fin de semana también se mancilla el buen nombre de un club por unos pocos que entienden el fútbol a su manera.
Todos esto lo vemos muy lejano y se muestra casi todos los días. Lo que no se muestra es la actitud de algunos padres que asisten a los campos de fútbol para disfrutar de sus hijos vestidos de cortos y corriendo detrás de un balón.
Al menos debería ser así, pero la realidad es bien diferente. Cada fin de semana en algún partido de España la violencia generada desde la grada en los partidos de fútbol base está muy presente.
Principalmente el árbitro es la figura futbolística que más violencia sufre. Ya sea por un fallo o una decisión que no guste a algún padre, comienzan a sonar los improperios contra una única persona que su único delito es hacer su trabajo.
También los entrenadores de fútbol base sufren de lo lindo. Si el hijo no juega el padre, o madre, no deja de pedir que su vástago ingrese en el terreno de juego. Si por el contrario su hijo juega pero el equipo pierde “no sabes lo que haces”.
A pesar de todo esto la violencia más desagradable y que algunos deberían hacerse mirar es la violencia que se generan sobre los niños que están jugando. Decir a un menor, que solo está ahí porque le divierte jugar con sus compañeros, que es muy malo es uno de los actos más vergonzosos que se pueden producir en un campo de fútbol.
Desde mi humilde opinión lo único que pido es que los padres y las madres que acudan a animar a sus hijos a un campo de fútbol lo hagan con una actitud positiva hacía cada uno de los estamentos que allí se encuentran, porque hay que recordar que esto no es más que un juego.
Dejad de pensar que vuestros hijos puedan llegar a ser los mejores del mundo, por obra y gracia de dios, como Cristiano Ronaldo o Messi. Disfruten del camino y si los pequeños llegan a ser futbolistas profesionales podréis decir con orgullo que habéis sido participes de su éxito.
Está en nuestra mano que el fútbol se convierta en lo que debería ser, un deporte cargado de valores donde los más pequeños aprenden compañerismo, trabajo en equipo, sacrificio y juego limpio.
Ojala los niños dejen de aprender sobre el campo que está bien insultar a un árbitro o menospreciar a un compañero por no saber regatear o pegarle al balón como lo haría Iniesta. Solo así conseguiremos que el fútbol vuelva a ser un juego con el que divertirse.