OPINIÓN: Nuevamente en campaña. Orientarnos para transformar
¿La ola reaccionaria es mundial y no hay una fórmula para detenerla?
Señalar, en primer lugar, que necesitamos la política para vivir en comunidad. Una política no autoritaria, ni discriminatoria que defienda el bien común. Pero también necesitamos lo político, es decir la creación de espacios públicos para que la participación social sea posible y encaremos las preocupaciones sociales de manera activa, mas allá de la cita de los cuatro años correspondientes.
Las ganas de participar activamente en los proyectos de ciudad, de barrio, de región, han sido patentes en estas últimas elecciones locales y autonómicas en Extremadura. Nunca se habían presentado tantas personas con siglas regionalistas y locales a la palestra pública para plantear quizá particularidades pero que, a la vez, son universales por vitales y comunitarias.
¿En la próxima cita electoral del 23 de julio qué vamos a tener en cuenta? ¿Qué referencias vamos a escoger como si las citas lectorales fueran campeonatos de fútbol cada uno con su equipo? ¿De qué estamos preocupados? ¿Qué se pretenderá obviar nuevamente?
Tiene que ganar el país. Un país que evidentemente no está fuera ni del mundo, ni del planeta que nos sostiene. Un país que no es una isla ajena a un exterior que nos requiere. Necesitamos en esa nueva cita electoral cuestiones sociales, económicas y ecológicas que de verdad nos sitúen con problemáticas interconectadas. El horizonte de izquierdas, en una unidad de acción comprensible, debe ser el planeta Tierra, para así entender Europa, España, Extremadura, la ciudad y llegar hasta la calle donde vivimos.
Desde este humilde lugar donde escribimos, seguimos involucrados en problemas globales que deben ser tenidos en cuenta como si fueran una brújula orientadora de las políticas a concretar en cada país, en cada territorio.
¿Qué políticas motivan la defensa de medidas que sostengan la vida en sociedad en el planeta?
Estamos hablando de “los 9 limites planetarios que son condiciones que debe reunir el planeta para que el ser humano esté dentro” (Fernando Valladares. “La salud del planeta”. 2022). Sí para tenerlo ya en los programas electorales, en las políticas estatales, sin miedo ni alarmismo. Los datos son tan testarudos que las políticas y la sociedad deben determinar cómo hacer para revertir las crisis que hemos provocado. Ya se hizo con el problema de la capa de ozono, pero la realidad actual es más grave por su complejidad en abordarla (incluso mentalmente). La ciencia nos sigue diciendo los limites químicos, físicos y biológicos del planeta que ninguna inteligencia artificial nos va a solucionar sin poner en peligro la vida en la tierra.
De los 9 limites planteados, ya 7 estan poniéndonos en riesgo: el cambio climático (el más apremiante); la perdida de especies (casi irreversible); La contaminación por fósforo y nitrógeno; la perdida de funcionalidad de los ecosistemas; la contaminación atmosférica; la acidificación de los océanos; el cambio de uso del suelo (deforestación acelerada); el acaparamiento del agua dulce (superficial y subterránea); la incorporación de materiales radiactivos.
¿Qué tienen que ver con nosotros, con un país como España? ¿Qué debemos estar dispuestos a escoger en esta ocasión electoral imprevista? Las conexiones diversas entre esos nueve limites es la respuesta mas evidente, pues nos sigue recordando que para vivir necesitamos una cierta temperatura, una cantidad de agua, una energía, unas relaciones sociales sanas. Y en esta próxima cita electoral debemos precisar cuáles vamos a priorizar con nuestro voto. Si con unos discursos de odio y exclusión, de violencia y maltrato al otro, humano y no humano. Si de una economía que siga erosionando los recursos que necesitamos, minas de uranio incluidas. Si de una sanidad solo para los más afortunados y de una educación que divida los géneros y las clases sociales en las aulas.
Claro que necesitamos energías renovables, pero no a costa de destruir los territorios donde se asientan. Claro que necesitamos agua, pero no a costa de seguir aumentando los regadíos por doquier. Claro que necesitamos alimentos sanos, pero no a costa de eliminar a las personas que lo producen. Claro que necesitamos psicológicamente poder tener consecuencias felices con nuestras acciones y valores personales, pero no a costa de consumir más y despilfarrar sin límite.
¿Cómo tenerlo en cuenta cuando vayamos a depositar el voto requerido, después de dias y dias de eslóganes, ocurrencias, manipulaciones y bulos de campaña fuera del programa presentado? ¿De qué inmediateces nos vamos a rodear?
Necesitamos recuperar la salud democrática con valores de fraternidad que no deje a nadie atrás, vengan de donde vengan. Necesitamos espacios de encuentro activo dentro de las instituciones, donde también estén los que seguimos denominando raros. Necesitamos que con nuestros impuestos se garanticen ingresos que proporcionen dignidad personal. Necesitamos que se reduzcan los costes fijos de la factura eléctrica usando las fuentes renovables autóctonas. Necesitamos comunicaciones a través de transportes públicos, con más trenes que vertebren y menos aviones que contaminen. Necesitamos cambiar nuestra forma de consumo compulsivo, con más negocios de reparación, reciclaje y reutilización como nuevas maneras inteligentes de convivir. Necesitamos un urbanismo más verde y saludable, mas andar y usar la bici que revierta nuestro problema de salud (la mental también). Necesitamos crear nuevas relaciones sociales.
Necesitamos seguir viviendo en pueblos, ciudades medianas y comarcas con interacciones sociales y económicas que beneficien a mujeres, jóvenes y migrantes, a través de servicios comunes (el derecho a la vivienda social, la salud y la educación pública) que eviten las desigualdades y el riesgo de pobreza.
Necesitamos restaurar y rehabilitar lo fragilizado y deteriorado, con alimentos cultivados en suelos fértiles, pescados en ríos vivos y con frutales polinizados con insectos naturales. La salud no es solo una cuestión farmacéutica.
La política de izquierdas que suma con nuevos horizontes ecológicos y feministas es tanto más necesaria cuando atravesamos amenazas sistémicas sociales y económicas a las cuales no se puede responder con una huida hacia adelante, caiga quien caiga como así hacen las derechas.
A nadie se le ocurrirá proponer como solución de país, ni siquiera prometer, aquello que nos ponga en riesgo como especie en el planeta. Por esto los programas electorales deben determinar y concretar, y los electores debemos leer y exigir a través de la brújula planetaria. Cierto que al sistema económico predominante (empresas multinacionales fondos buitre, y paraísos fiscales) poco le importa el color de cada partido con tal de seguir expoliando la naturaleza y provocando en cada supuesto avance dado, más sufrimiento humano.
En esta nueva campaña vamos a demostrar que la capacidad humana de intervenir en la historia de un país puede y deber ser emancipadora.