OPINIÓN: Temas que nos preocupan
Lo de Cataluña lleva mucho tiempo siendo insoportable. A algunos nos gustaría creer que, si este gobierno resiste, queda un poco de esperanza, a pesar de todos los cantos de sirena de las tres derechas y de una parte de la ciudadanía conservadora no adscrita a la caverna. Y con esa esperanza es con la que seguimos cada día los acontecimientos de la vida política catalana.
El conflicto agroalimentario (ese sí que es un conflicto) lo seguimos con escepticismo, mientras vemos cómo los que van de expertos no quieren ahondar en sus causas. Hace unos días en El País y en el Hoy leíamos los análisis convencionales de dos eminentes catedráticos que despachaban los problemas en la jerga de la economía formal, sin entrar a fondo ni en las causas ni en las soluciones. Y así casi todos los días. Si los expertos no se quitan sus antojeras, los empresarios las suyas, los sindicatos son vendedores de seguros y agencias de papeleo, y el ministro solo dice las obviedades que todos sabemos, ¿qué nos queda? Pues solo el discurso más atinado de algunos verdes y de algunos pensadores más críticos con el sistema, porque en el modelo de desarrollo imperante el problema no tiene solución. No obstante, ¿acaso saben estos antisistemas articular un movimiento que vaya penetrando en las instituciones y en la calle, y ayude a dar pasos firmes para acabar con las formas de explotar y esclavizar a los agricultores y productores alimentarios en los distintos países? ¿Saben conectar con esos sectores del capitalismo más avanzado, que podrían apoyar algunas de las reformas más necesarias?
Nos gustaría hacer un cuaderno monográfico sobre el tema; sin embargo, no es fácil dar con cuatro o cinco personas expertas de verdad, capaces de construir un discurso útil y creíble, pero lo vamos a intentar. Una iniciativa así sería un buen comienzo para el debate cuyo título podría ser: ¿Hacia dónde va el sector agroalimentario con el capitalismo salvaje de la globalización?
Y de la España y la Extremadura despobladas, ¿qué podemos decir? Que también en España hemos padecido un capitalismo salvaje (mucho más que en otros países de Europa), que lleva ya instalado medio siglo, tanto en la especulación urbanística como en la concentración de la industria y la clase trabajadora en las ciudades dormitorio de las grandes ciudades burocrático-industriales, al tiempo que, cada vez más, se abandonan los pueblos y a sus habitantes a su suerte con la consiguiente despoblación de más de dos tercios del territorio.
El hacinamiento urbano y la contaminación que acompaña a este modelo de desarrollo han llegado ya a un límite que preocupa a gobiernos, instituciones y a la población de las grandes ciudades. Así pues, parece que ha llegado el momento de acometer reformas en profundidad. Los grandes fondos de inversión han descubierto que el sector agroalimentario es el que mayores posibilidades ofrece para obtener grandes beneficios, y por eso trasladan cada día más sus capitales hacia él.
Estamos en un momento apasionante de la historia de Extremadura, de España y de la Unión Europea, por hablar de nuestro ámbito más cercano. La sociedad civil debe concienciarse e influir y empujar a los demás sectores a que afronten sus responsabilidades o, de lo contrario, el deterioro de la vida política, económica, social, cultural, etc. será cada vez más irreversible. Y Extremadura estará aún más lejos de su descolonización.