OPINIÓN: ¿Un Ministerio de las desigualdades?
A sabiendas de que la igualdad total no existe, ni puede existir, las desigualdades son evidentes y escandalosas, y algunas apelan moralmente a la conciencia de todos, por encima de partidos e ideologías.
El “Ministerio de la Igualdad” existente parece que se ocupa de otro tipo de igualdades y se olvida de las grandes desigualdades que todos percibimos; pero el concepto universal queda reducido a determinados aspectos que, sin dejar de ser importantes, no pueden ser exclusivos.
Como ejemplo, podríamos comparar el sueldo del presidente de un banco, que no vamos a nombrar. Sueldo anual en 2020 de 6,8 millones de euros (el año anterior 9,95 millones). El del presidente del Gobierno 97.940,34 euros brutos. El pensionista que más cobra es el catalán que provocó al Gobierno pretendiendo el cupo catalán y la independencia, Artur Mas, con una pensión de 92.000€ anuales.
Del otro lado, el que menos cobra podría ser cualquier viuda u obrero extremeño que apenas llegaría al salario mínimo. Con el sueldo de la presidenta del banco referido (6,8 millones €), se pueden pagar 6.910 mensualidades de pensiones de jubilación en Extremadura (984€ de media). Con el sueldo del expresidente catalán se podrían pagar 93 mensualidades de pensiones de jubilación.
No pretendemos establecer un salario máximo controlado, pero no podemos dejar de ver la enorme diferencia de unas personas y otras que, humanamente, tienen las mismas necesidades y, teóricamente, los mismos derechos. Pensamos que la técnica y la justicia podrían ayudar a una equidad muy distinta a las desigualdades brutales que se dan entre los que menos y los que más tienen.
El sálvese quien pueda y que cada cual arrample con la parte que pueda, parece un estado de guerra latente, que sin desequilibrar a los ricos, podría equilibrar un poco más a los que, o no tienen trabajo, o no ganan lo suficiente para vivir.
En cualquier caso, no quisiéramos reducir la igualdad a los aspectos cuantitativos de salario o temas económicos, que, a veces, parecen los más urgentes. La igualdad de derechos afecta a todos los derechos fundamentales, que deberían ser iguales para todos.
La justicia, la igualdad de oportunidades y de derechos se está viendo cómo es tan desigual, que el concepto de igualdad es como un susto en determinadas circunstancias. Las leyes iguales para todos, la justicia igual para todos, las oportunidades iguales para todos, esa igualdad que no es tan fácilmente medible, a veces nos asusta con tanta desproporción. ¿Son, acaso, las leyes iguales para todos? ¿Son los delincuentes igualmente tratados? ¿Se dice la verdad en los medios, o se manipula según los intereses de los que controlan el poder?
¿Cómo se puede hablar de igualdad disfrutando de todos los privilegios y teniendo a media España excluida del progreso para que destaquen algunas regiones?
¿Cómo se puede abrir las puertas de la cárcel a los mayores delincuentes, y se mantiene en ella a los que han tenido menores delincuencias? ¿De qué igualdad estamos hablando? Hasta en las cárceles los privilegiados siguen con sus privilegios.