OPINIÓN: Poblado del Cijara: Un oasis olvidado
Existe un enclave paradisiaco a modo de reserva natural, al norte de la provincia de Cáceres, al este con Castilla La Mancha y colindando al suroeste con la Mancomunidad de la Siberia, llamado “Poblado de Cijara”. Esta toponimia deriva así, porque tiempo atrás, estuvo vinculado administrativamente al vecino municipio de La Jara en la provincia de Toledo, quedando fiel reflejo en la planta de Jara que aparece en su escudo. (Localización: Latitud 39,38979° o 39° 23' 23" norte y Longitud -5,00484° o 5° 0' 17" oeste).
De la orografía del terreno, formado por diseminadas ínsulas de bosques de pino mediterráneo y matorral en torno al pantano con la inclusión geomorfológica de salientes e impresionantes fallas de caliza, cuyo embalse había sido creado en 1956 al auspicio del Plan de Badajoz en los terrenos del Portillo del Cijara. Debido al letargo desarrollo de esta presa, se adecuaron en las inmediaciones un pequeño núcleo de viviendas dispuestas cual modestos barracones para todos aquellos trabajadores y capataces que colaboraban en la ejecución del proyecto hidráulico. Para la construcción de la presa, habían quedado inundadas algunas poblaciones como el Aguijón y agrupaciones de casas y cortijos donde vivían gente del campo, que tubo que verse forzada a vivir en el reciente poblado de Cijara. En el año 1902 comenzaban las obras de la presa, activándose la complejidad de la construcción allá por el año 1934, finalizando en el año 1956, a través del Ministerio de Obras Públicas y siendo ministro Indalecio Prieto.
A pesar de la breve historia del poblado de Cijara, en la que algunos cronistas fechan con una antigüedad en torno a 80 años, los pobladores de este asentamiento a orillas del pantano, supieron durante una tesitura difícil de la historia, reinventarse para sostener la habitabilidad de sus casas (hablamos de los descendientes de los obreros de la presa), que compraron a un terrateniente especulador apodado “Tío Pamplinas”, que se hizo en aquellos tiempos de la adquisición del poblado a bajo coste (con la ayuda de algún respetable local), y que sacó tajada en la reventa de dichas viviendas de los obreros. Es probable que en el enclave donde se alzaba el poblado, bien pudiera haber existido un núcleo de viviendas o caseríos moriscos, pues se conoce que la actual iglesia existente en el municipio, bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, se levantó en sustitución de otro templo de mayor antigüedad. Del mismo modo, se conoce en el término de Villarta de los Montes el puente de la Mesta del siglo XIV, y que era paso obligado y cañada Real a los territorios castellanos, además de viaductos y puentes que el bajo nivel de las aguas han dejado visible, junto con el yacimiento arqueológico de El Cerro de la Mesa, las Cuevas legendarias del bandido Moraleda, o la existencia de un castillo (todavía sin ubicar), denominado “del Cijara” y que debió de existir en las proximidades de estos territorios árabes de Alía.
Para todos aquellos amantes de la naturaleza y actividades acuáticas y al aire libre, este singular y recóndito lugar, se presta como el mejor candidato al turismo veraniego de interior, pues contó con una superficie perimetral de 6565 hectáreas a lo largo de su depósito de aguas, alimentado por los afluentes Estena y Guadiana. De su longitud de cola de 45 kilómetros, el Cijara baña las poblaciones de Santa Quitera, Bohonal de los Montes, Anchuras, Helechosa de los Montes, Villarta de los Montes, Puerto Rey y como no, este núcleo del Poblado de Cijara.
En la actualidad, dicho poblado es frecuentado por aproximadamente 100 vecinos. Algunos viven de manera estable en el lugar, mientras que otros lo visitan por temporadas, buscando conectar con el sosiego del entorno, así como practicar actividades de pesca entre otras, y siendo en su mayoría, originarios o afincados en Madrid, y que tratan de descongestionarse puntualmente lejos del estrés de la capital de España, conviviendo como una perfecta familia, donde se preocupan los unos de los otros, lejos del aburrimiento en sus tertulias y encuentros en el único bar del poblado: el llamado en la actualidad “Mesón de los Monteros”.
Según datos publicados por el INE referente a 1 de Enero de 2022, el número de habitantes del Poblado de Cijara era de 65, un habitante menos que el en el año 2021; mientras que en la actualidad, y debido a la escasez del agua, no superan sobrepasar la cifra de residentes temporales en el 2023, debido al turismo de la pesca que siempre fue el motor económico de la zona. De hecho, existen en el pequeño municipio algunos negocios de alquiler de barcas, como alojamientos para todo visitante.
Charlando con algunos de sus vecinos, bien puede apreciarse el tono de nostalgia con el que narran aquellos mejores tiempos de vida en torno al pantano, y donde muchos de ellos nacieron y criaron a sus hijos. Y es que este espacio natural del que muchos se sienten orgullosos, no pasa por su mejor momento debido a cierta desidia administrativa por parte del consistorio de Alía, del que depende el poblado, así como la adecuación del pantano, competencia de Confederación Hidrográfica del Guadiana. Y es que parece prolongarse en el tiempo, una actitud por parte de la administración un tanto de “estrangulamiento del turismo” que siempre frecuentó este enclave natural, y que lamentablemente va quedando en decadencia debido a la insuficiente implicación de este ayuntamiento, así como el progresivo desembalse y trasvase de miles de litros de agua del Cijara, en pro a otros municipios e intereses partidistas incomprensibles, que limitan el uso en cultivos y uso personal. En el año 2021 (como en otras absurdas actuaciones), el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, veladores de un ecologismo que mutilan gradualmente con estas decisiones en contra del mundo natural, habían dejado el pantano del Cijara casi vacío. Es decir, a menos de un 14 %, o lo que es lo mismo, con poco más de 211 hectómetros cúbicos; mientras que aguas abajo, en Puerto Peña y Orellana se mantenían un 44% y 64% respectivamente.
La decadencia también pasa factura a la fauna o flora de la zona con la impune carestía de agua trasvasada, pues ya hay especies protegidas como ciervos, jabalíes, gamos, nutrias, águilas, zorros, perdices, linces, cigüeñas negras entre otras, que están viendo afectada su evolución, debido a la desertización que esta sufriendo el paisaje que afecta indudablemente su ciclo natural.
Me comentaban de las dificultades que existen en las precarias comunicaciones para acceder al pantano, con la peligrosidad que conlleva su carretera comarcal de doble sentido, siendo esta demasiado estrecha para el cruce de dos vehículos, y con la constante precaución de no colisionar con otro vehículo ante las constantes curvas de carretera, en la que se prestan algunas, a perfectos puntos negros de la conducción. Por otro lado, parece que estos vecinos no tienen derecho al progreso del que gozamos todos, pues las comunicaciones telefónicas y redes internautas son tan escasas como carentes, teniendo tan solo cobertura una compañía telefónica en todo el poblado, debido a la inexistencia de repetidores de antenas.
Quisiera llamar la atención de las administraciones competentes en el desarrollo, cultura, medioambiente, y por qué no, las que competen a favorecer aquello que llamamos “La España Vaciada”, para que faciliten la vida de las personas en tales núcleos poblacionales, y favorezcan y consoliden esos paraísos perdidos que tanto cautivan a quienes nos visitan, y no se dediquen a aislarlos contentándose con exhibirlos hipócritamente en unas cuantas fotos en la feria de FITUR, para promover con dualidades una tierra cada vez más denostada por quienes nos representan. Mientras tanto, les invito a conocer (si todavía no lo han hecho), el maravilloso Poblado de Cijara.