UCEX: ¿Sin azúcar añadido o con azúcar escondido?
Cada vez somos más conscientes del poco bien que hace el azúcar a nuestra salud, pero esto también es aprovechado por las marcas de la industria alimentaria que cada vez se esfuerzan más en tratar de enmascarar el exceso de azúcar que llevan sus productos. No hace falta más que darnos una vuelta por el supermercado que tengamos cerca de casa para ver que los alimentos “sin azúcar añadido” campan a sus anchas en las estanterías. Pero no te dejes engañar, la etiqueta sin azúcar añadido no quiere decir que estés delante de un alimento saludable, bajo en calorías y en azúcares.
Para poder entender bien el concepto de azúcar añadido, primero debemos saber las diferencias entre el azúcar intrínseco que nos encontramos en los alimentos y el azúcar libre, lo que supone poner sobre la mesa un rompecabezas. Los azúcares intrínsecos se definen como los que ya van incorporados en la propia estructura del alimento. Por ejemplo, la naranja que lleva azúcar por cortesía del naranjo.
Estos azúcares, que van de forma natural en algunos alimentos, no suponen un problema para nuestra salud. Frente a estos, tenemos los azúcares libres, que no van en la matriz del alimento como los intrínsecos, sino disueltos en ella. Sucede con los de los zumos o los de la miel, y todos los siropes y jarabes, incluido el de agave o de arce. En el grupo de los azúcares libres se incluyen, además, los que añaden los fabricantes a los alimentos, es decir, los temidos azúcares añadidos. Los azúcares libres son precisamente los que causan preocupación debido a sus posibles efectos adversos sobre la salud.
Muy a nuestro pesar, actualmente existen pocas leyes que pongan coto a los engaños que se producen en este ámbito. Y aquí llegamos al quid de la cuestión, pues la definición de “sin azúcares añadidos” es más compleja de lo que podemos llegar a creer. Solo podrá utilizarse si no se ha añadido al producto ningún monosacárido ni disacárido, ni ningún alimento utilizado por sus propiedades edulcorantes. Además, si el producto “contiene azúcares naturalmente presentes”, tal y como decíamos antes, debe incluirse esta frase en el etiquetado.
Por lo tanto, endulzar un alimento con concentrados, batidos, zumos o purés de fruta fresca o desecada, como los dátiles, aporta azúcares libres. Además, puesto que se emplean estos alimentos por sus propiedades edulcorantes, no puede indicarse “sin azúcares añadidos” y los fabricantes utilizan en los productos “sin azúcares añadidos” edulcorantes como el maltitol o el esteviol, glucósido derivado de la stevia, entre otros, siendo una total contradicción con la legislación europea.
Todo esto está muy bien, pero hablemos con hechos. No necesitamos dar muchas vueltas por nuestro supermercado de confianza para toparnos con el primer ejemplo y no es otro que una tableta de chocolate negro 92% sin azúcar añadido Valor sin gluten 100 g. Le damos la vuelta a la tableta para ver sus ingredientes y nos encontramos con pasta de cacao, cacao desgrasado en polvo, edulcorante: maltitol, manteca de cacao, emulgente: lecitina de soja, edulcorante: glucósidos de esteviol (0,003%). Puede contener trazas de almendra, avellana y leche. Pero, un momento... ¿maltitol? ¿glucósidos de esteviol? ¿No habíamos quedado en que solo podía usarse el término “sin azúcar añadido” si no se ha añadido al producto ningún monosacárido ni disacárido, ni ningún alimento utilizado por sus propiedades edulcorantes? Pues parece que en la práctica es una realidad bien distinta.
Otro ejemplo lo tenemos en las Galletas María sin sal y sin azúcares añadidos, sin aceite de palma 600 g, pero con Harina de trigo (51,5%), fibra vegetal, aceite de girasol alto oleico, edulcorante (maltitol), semillas de sésamo, salvado de trigo (3,5%), harina de soja, gasificantes (carbonato ácido de potasio y carbonato ácido de amonio), proteína de soja, emulgente (lecitina de soja), germen de trigo (0,2%), semillas de linaza, antioxidante (metabisulfito potásico) y aroma. Puede contener trazas de leche. *Contiene azúcares naturalmente presentes. Otra vez nos encontramos con nuestro amigo el maltitol, aunque en este caso al menos sí se ha cumplido con la afirmación obligatoria del contenido en azúcar naturalmente presente.
A continuación, vamos con un clásico en las despensas de muchos consumidores: el famoso cacao en polvo, sin azúcar añadido 325 g. Su lista de ingredientes es: Cacao desgrasado natural (42%), maltodextrina, crema de cereal kola-malteado [harina de trigo, extracto de malta de cebada, aroma natural (extracto de nuez de cola)], fibra, sales minerales (calcio, fósforo), emulgente (lecitina de girasol), antiaglomerante (fosfato tricálcico), aromas, edulcorantes (acesulfamo K, sucralosa), sal. Aquí nos encontramos con nuevos términos que no habíamos visto hasta ahora, el acesulfamo k y la sucralosa. También la maltodextrina que es un polisacárido que se utiliza como un azúcar artificial. Hablando en nuestro idioma, ingredientes similares al maltitol, edulcorantes artificiales utilizados como sustitutivos del azúcar, pero sin dejar de ser edulcorantes claro y no por ello, más saludables.
Lamentablemente, ni el agua se libra de esto. Así, nos hemos topado de lleno con el agua mineral con zumo de limón zero sin azúcares añadidos 1,5 l. Cómo íbamos a pensar que el agua iba a tener algún tipo de edulcorante ¿verdad? Pues atentos. Entre sus ingredientes encontramos de nuevo edulcorantes como el acesulfamo-k y la sucralosa. Sin duda, lo más saludable va a ser siempre optar por beber agua mineral sin ningún tipo de sabor.
Seguimos con nuestra investigación y nos encontramos con una salsa que todos conocemos: el Kétchup. Específicamente el Ketchup sin azúcar añadido sin gluten envase 265 g cuyos ingredientes son: Tomate (176 g. por cada 100 g. de salsa), vinagre, sal, fibra vegetal, estabilizantes (goma guar y goma garrofín), aroma, edulcorante (sucralosa) y conservadores (sorbato potásico y benzoato sódico). Contiene azúcares presentes en el tomate. Por aquí hay algo que nos suena ¿verdad? Efectivamente, de nuevo la sucralosa haciendo de las suyas.
Siguiendo con nuestro paseo, cuando aún no hemos salido del pasillo de las salsas, nos encontramos con las confituras y mermeladas donde damos con otro claro ejemplo, la Confitura cerezas sin azucares añadidos 280 g. ¿Ingredientes? Pues cereza negra y zumo de cereza a partir de concentrado, agua, edulcorantes (jarabe de sorbitol, glucósidos de esteviol, sucralosa y acesulfamo k), gelificante (pectina y cloruro cálcico), acidulante (ácido cítrico) y conservador (sorbato potásico). Elaborado con 50g de fruta por 100g. Aquí nos encontramos con una cantidad bastante alta de edulcorantes artificiales como son el jarabe de sorbitol, glucósidos de esteviol, sucralosa y acesulfamo k, que hacen que ya no tenga mucho sentido el apellido “sin azúcar añadido”. Al menos en este caso han tenido la deferencia de no poner “sin edulcorantes”.
Como vemos, la lista de alimentos con estas alegaciones es interminable. Pero esto no quiere decir que no haya algunos en los que consideramos que sí se cumple con la normativa europea y que no inducen a engaño al consumidor y, por supuesto, también vamos a ponerlos en valor para que sirva como precedente. Por ejemplo, el Tomate frito sin azúcares añadidos contenido reducido en sal tarro 550 g. Su lista de ingredientes es mucho más corta que las anteriores, siendo estos los siguientes: Tomate (140g para elaborar 100g de producto), aceite de girasol, almidón modificado de maíz, verduras (cebolla y ajo), sal y acidulante: ácido cítrico. Como vemos, nada de maltritol, ni de jarabe de sorbitol, ni de sucralosa o sucedáneos.
Por otro lado, también hemos encontrado el Zumo de naranja sin azucares añadidos ni edulcorantes Granini botella 1 l. Otra vez con una lista muy corta de ingredientes: Zumo de naranja a partir de concentrado, agua, pulpa de naranja, vitamina C y aroma natural. Y otra vez, claro ejemplo de un alimento que sí cumple con lo que dice en su etiquetado.
Como decíamos, esto solo son pequeños ejemplos de la cantidad de alimentos que se pueden encontrar hoy en día expuestos de venta al consumidor. Como podemos ver, en todos ellos hay un elemento común: Las alegaciones “sin azúcar añadido”. Sin embargo, la realidad de estas alegaciones en los productos analizados y expuestos nos deja un sabor amargo pues entendemos que son términos que pueden inducir al error en los consumidores y, por tanto, constituyen un engaño manifiesto al atribuirse valores irreales y crearnos una concepción equívoca de la realidad.
¡Basta ya de trampas!
Hemos analizado los ingredientes de muchos alimentos en este estudio y estamos de acuerdo en que no contienen azúcar propiamente dicho, intrínseco, pero el azúcar libre y, por ende, los edulcorantes artificiales, campan a sus anchas en las etiquetas.
Entendemos que ha quedado suficientemente claro que no por el hecho de ir acompañado del apellido “sin azúcar añadido” un alimento es más saludable o sus alegaciones son totalmente ciertas. Por este motivo, para que el consumidor pueda acceder a una información de calidad y para que sus derechos e intereses cuenten con un paraguas legal, se hace tan necesario e importante la elaboración de una legislación reguladora clara y exigente, de manera tal que el uso de este tipo de terminología en algunos alimentos no continúe siendo otra forma de engañar al consumidor.
El principal problema es que, con la normativa aplicable, se le permite a la industria hacer trampas para añadir azúcares sin tener que declararlos con la palabra “azúcar” en el listado de ingredientes. Para ello, se añaden al alimento componentes o ingredientes endulzantes que llevan azúcar, y simplemente se suman esos azúcares al porcentaje de la tabla nutricional que aparece en el etiquetado. Por ejemplo, el zumo añadido a un alimento (que no es azúcar propiamente, pero tiene azúcar).
En este, como en muchos otros casos, la industria cumple la ley, pero la normativa permite prácticas que inducen a error. Lo que exige la legislación para hacer esa declaración nutricional de “sin azúcares añadidos” no coincide con lo que espera o entiende el consumidor. Por tanto, no se trata de un engaño porque las empresas actúan dentro de la legalidad, pero, sin duda, los límites que marca la normativa deberían ser más estrechos.