18 Octubre 2024
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Controversia por las famosas inyecciones para adelgazar: ¿inducen al suicidio?

Controversia por las famosas inyecciones para adelgazar: ¿inducen al suicidio?

 

Adelgazar de manera rápida y sin demasiado esfuerzo se ha convertido en una empresa mundial que mueve billones de euros anualmente. Cualquier tratamiento que haya sido útil para un conocido, es válido para muchos y todos aquellos implicados en conseguir dicha fórmula de adelagazamiento rápido, piensan en él como en el Santo Grial. Quien lo consiga, se hará de oro. 
 
 
Y en parte, por ello comenzó a extenderse el uso de la semaglutida en casos que nada tenían que ver con la diabetes (su propósito de uso original), pero sí mucho con la pérdida rápida de peso. Tanto, que el pasado verano muchas farmacias se quedaron sin stock de dicho producto.
 
 
La semaglutida es un medicamento antidiabético que se vende con distintos nombres comerciales, entre ellos Ozempic y Wegovy.​ Requieren de receta médica y supervisión, aunque ya se pueden encontrar en el mercado negro, y ello conlleva un riesgo elevado ya que, al no ir controlados por médicos que puedan hacer seguimiento o pautar las dosis correctas, o incluso recetar el más indicado dependiendo del paciente, no se pueden medir las consecuencias y el impacto en el organismo que tiene la automedicación de este fármaco. 
 
 
Sin olvidar que aquellos medicamentos que salen del circuito de venta oficial, no pueden tener un seguimiento de trazabilidad válido.
 
 
Un estudio revisa los informes de reacciones adversas a la semaglutida y al suicidio
 

En una investigación que utilizó una base de datos de la OMS de reacciones adversas a medicamentos, los autores identificaron una señal de desproporcionalidad de la ideación suicida con semaglutida. El estudio, publicado en JAMA Network Open, no encontró esta señal para la liraglutida, otro fármaco indicado para estos tratamientos.

 

OPINIONES MÉDICAS

 

Stephen Evans es catedrático emérito de Farmacoepidemiología de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, y expresa que, "dicho artículo no es significativo o digno de mención y tiene limitaciones importantes". Ya que, se basa únicamente en informes espontáneos que se envían a las autoridades reguladoras del país de la persona que reporta una reacción adversa sospechada.  

 

Estos son enviados por profesionales de la salud y pacientes a las autoridades, “pero están muy sujetos a sesgos”, incluyendo los efectos de los reportes en los medios. Por ello, según indica Evans, “la evidencia es extremadamente débil para un efecto genuino en este caso; mostraron una amplia variabilidad de resultados provenientes de análisis de desproporcionalidad, dependiendo tanto del método como de las especificaciones del modelo, abriendo así la puerta para una presentación selectiva de los resultados”.  

 

Las bases de datos de informes espontáneos son especialmente propensas a sesgos en relación con los efectos suicidas. Una de las referencias en el editorial que analiza solo datos de EE. UU., no encontró un efecto adverso.  

 

En otra referencia del editorial que según el catedrático “es un tipo de estudio mucho más confiable”, no solo no muestra un efecto, sino que sugiere protección: “semaglutida, en comparación con medicamentos antiobesidad que no son agonistas de GLP1R, se asoció con un menor riesgo de ideación suicida incidente (HR = 0.27, 95% CI = 0.200.32–0.600.36) y recurrente (HR = 0.44, 95% CI = 0.32–0.60), consistente en todos los estratos de sexo, edad y etnia”.  

 

Por consiguiente, “podemos concluir a partir del estudio de Schoretsanitis et al que la semaglutida en sí misma sea responsable de la suicidabilidad”, expresa Evans.  

 

Existen otras razones, basadas en evidencia previa y con otros medicamentos, para ser cautelosos en el uso de la semaglutida, y es sensato estar consciente de la salud mental de los pacientes al prescribirla, aunque parece que la semaglutida en sí misma no aumenta los problemas de salud mental, concluye la opinión de este especialista. 

 

CONTROVERSIA

 

Por otro lado, Stephen Burgess, Jefe de grupo de la Unidad de Bioestadística del MRC de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), indica que le preocupa que estos análisis "combinen y mezclen los efectos sobre el objetivo de los agonistas del GLP-1R con las consecuencias más generales de la pérdida de peso. Hay efectos biológicos del mecanismo de acción de estos fármacos. Y está el impacto más amplio de perder hasta un 20 % del peso corporal, como se ha visto en los ensayos de estos fármacos". 

 
 
A su vez, añade varios interrogantes al respecto: "Se trata de una intervención que cambia la vida y que tendrá consecuencias muy positivas para muchos. Pero para otros, el impacto de perder una gran cantidad de peso podría tener consecuencias emocionales negativas. Si un individuo piensa que perder peso es la clave de la felicidad, pero perder peso no le aporta felicidad, ¿podría esto conducir a la depresión y a la ideación suicida? Y si así fuera, ¿podríamos decir que los agonistas del GLP-1R provocan ideas suicidas?"  
 

Igualmente, añade que "aunque cualquier mecanismo que aumente el riesgo de suicidio exige actuar, estas dos posibles vías causales requieren una gestión diferente. Necesitamos entender si estos resultados representan un efecto secundario específico de estos fármacos, o una consecuencia poco común pero trágica del viaje de pérdida de peso de algunos individuos".