8 Septiembre 2024
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Denuncia ciudadana: "La chapuza en el conventual de San Agustín"

Denuncia ciudadana: "La chapuza en el conventual de San Agustín"

 

Vergüenza debería sentir este ayuntamiento de Badajoz con su alcalde a la cabeza por cómo ha “invertido” unos fondos europeos que, en teoría, estaban dispuestos para la recuperación del patrimonio histórico de la ciudad de Badajoz, y no para “disfrazar” y cargarse el inigualable patrimonio de esta emblemática ciudad, y que ya no volverá a lucir con las canas históricas de antaño.

 

Son muchos los ciudadanos pacenses los que denuncian (como únicos veladores del patrimonio, ya que las administraciones en este ámbito nos tienen huérfanos) desde hace tiempo la “escasa delicadeza” llevada a cabo en la reinterpretación y recuperación del patrimonio de Badajoz. Recordar desde esta publicación alteraciones deliberadas con el consentimiento de la Junta y Urbanismo, en nefastas actuaciones como la construcción del polémico “cubo” anexo a la muralla de la alcazaba, la Casa Palacio de los Acevedos, la casa judía en la rotonda de la Avenida Manuel Rojas (San Roque), el ridículo enfoscado cubre historia del Hornabeque del Puente de Palmas, y ahora el Conventual de San Agustín (y todavía queda por ver el resultado final de la Casa Palacio de Godoy en el Paseo Fluvial de la capital).

 

Llevamos décadas de irremediable censura patrimonial en la que unos señores que nadie ha designado para ello, están haciendo desaparecer el magnífico patrimonio de Badajoz. Para los expertos en la materia, es aconsejable “no tocar” nada en los edificios más emblemáticos de la ciudad, antes que acometer estas tropelías que lo único que consiguen es ocultar el verdadero perfil histórico de Badajoz, como bien muestran las piedras de ciudades como Mérida, Cáceres, Plasencia, etc. Y es que en Badajoz, gobierne quien gobierne, se tiene este absurdo criterio de enfoscar todo edificio de interés con el lapidador cemento que no deja intención alguna para descifrar la etapa cronológica temporal. 

 

De alguna manera también se valen retroalimentados por el “encogimiento de hombros” de los ciudadanos, que por norma general tendemos a exponer nuestro malestar en redes, pero no existe una intención conjunta de solventar los problemas de la ciudad, sean cuales sean. Unos señores que están cumpliendo unas obligaciones políticas por un tiempo determinado, que están impunemente devorando la historia legendaria de nuestra ciudad con el inconformismo de muchos y la pasividad de otros tantos.

 

Confío en el orgullo pacense de quienes se toman en serio su ciudad, para que den un paso adelante en defender esta causa y pongan freno a este descontrol que no respeta el interés patrimonial de nuestra ciudad. En el Club de Debates de Badajoz (gracias a ellos y a otros ciudadanos particulares que son los verdaderos veladores en la defensa del patrimonio), se ha cuestionado esta actuación actual que desempeña el ayuntamiento en la “restauración” del Conventual de San Agustín, que más que restauración, están modificando el propio carácter arquitectónico del edificio. ¿Dónde están las asociaciones veladoras de la ciudad? ¿Dónde las administraciones en defensa del patrimonio que no denuncian la alteración de un bien declarado de interés cultural?

 

Bajo esa impune capa de cemento, del que será el nuevo edificio de la Escuela de Arte de la ciudad, se esconde un vetusto convento anterior al siglo XVII. Según manifiestan los técnicos que están llevando a cabo su restauración, han aparecido en el inmueble tumbas rupestres antropomorfas, columnas de mármol que estuvieron ocultas en el claustro porticado y una escalera de granito original oculta, que probablemente, y viendo los resultados en la nueva readaptación de convento a colegio público de los años sesenta, quedarán ocultas y sin respetar probablemente a tenor de los resultados y el poco criterio científico. Y digo precisamente esto en base a mis conocimientos como auxiliar de arqueología y patrimonio, en el que se está vulnerando el principio fundamental en la restauración, como es la “mínima notoriedad”, es decir, que la restauración no interfiera en el carácter propio del edificio ni altere su primigenia fisionomía.

 

Es de vergüenza lo que ocurre en esta ciudad donde la gente se altera y escandaliza por cosas tan banales y salen a la calle para reivindicarse, y ante este gran tesoro que tenemos y que es de todos, como es el patrimonio, nos quedemos como espectadores de este criterio municipal destructivo. En otra ciudad la gente se hubiera movilizado y hubieran exigido a las autoridades responsabilidades; pero claro, las comparaciones siempre dicen que son odiosas. Nos quedaremos sentaditos esperando a ver qué otro monumento destrozan bajo la injustificada restauración, que solo deja manifiesto la carencia histórica y falta de rigor cultural de unos cuantos que ejercen tales imposiciones.