OPINIÓN: Donde dije Digo... o cómo una promesa electoral carece de vinculación legal
Esta noche arranca de manera oficial la campaña electoral, una carrera en la que llevamos inmersos todo el año, y que quizás, precisamente por la reiteración de los distintos mensajes, hace que a ratos tan solo escuchemos ruido de fondo cuál televisor en salón ajeno.
Promesas electorales, ese pequeño gancho comercial que se emplea para captar atención y voto a partes iguales, pero que finalmente pueden ser tantas cosas una vez se llega al sillón de mando, como pueden no ser nada.
Si las palabras prometidas en los actos de campaña por los distintos candidatos fueran vinculantes legalmente hablando y costaran puestos de trabajo... ¿incrementaría la calidad y reduciría la cantidad de políticos que hablan como si fuera gratis no cumplir lo que te comprometes a hacer? Yo diría que cierta diferencia sí notaríamos. No debería ser tan fácil prometer en vano.
¿Quién no ha escuchado a Guardiola decir que no pactaría con Vox o a Feijoó hablar acerca de dejar gobernar a la lista más votada? Tambien Sánchez dijo que no pactaria con Bildu ni Podemos. Hasta Guillermo Fernández Vara ha amenazado con dejar del PSOE en más de una ocasión si el gobierno central tomaba ciertas decisiones con las que él no comulgaba, y ahora que dice que deja la secretaría general del partido, esperamos que nos diga dónde se va a ubicar, que probablemente no sea donde hace un mes que dijo dónde iba a ser si no gobernaba, volviendo a su puesto de médico forense.... lo veremos tras el 23J.
Tanto durante la campaña como en su fase previa los políticos se transforman en malos comerciales. Esos que aparecen, te cuentan lo que quieres oir (a ratos mucho más de lo que necesitas) y una vez contratado el servicio ves cómo cada una de sus palabras desaparecen mágicamente del contrato no vinculante que se inicia en la noche electoral.
A ratos, el voto electoral, o lo que viene siendo el pueblo llano, se convierte en un departamento de selección de personal crédulo, confiado y que elige la opción menos mala, pero personalmente no conozco muchas empresas privadas en las que puedas estar, como mínimo, cuatro años haciendo lo contrario que dices que vas a hacer en la entrevista en la que te contratan. Con lo que ese departamento que te pone en el sillón, luego no destituye a quien en su día contrató.
Somos benevolentes y no le damos tanta importancia como debiéramos a la coherencia y consecuencia de la palabra que nos dan. Como cantaba la cantante italiana Mina en los años 70 en uno de sus temas estrella: Parole Parole, Parole ... "soltanto parole", oímos muchas cosas y se dicen tan sólo palabras, y a la hora de transformar la palabra en promesa y la promesa en verdad... vemos que se cumple solo lo que a ellos les interesa.