España anticipa un otoño complicado con la factura eléctrica disparada
España se encamina a un otoño complicado energéticamente hablando. A la guerra en Ucrania, que ha provocado que los precios del gas y del petróleo se hayan disparado durante los últimos seis meses, se une la sequía y las altas temperaturas que están castigando a toda Europa, y a España en particular.
El calor provoca que las instalaciones fotovoltaicas rindan en peores condiciones. En los últimos meses, los 35º y los 40º han sido la tónica habitual en los termómetros de casi toda España, dejando la energía que viene del sol seriamente dañada.
Lo mismo ocurre con la eólica. La falta de viento ha hecho que los molinos no se hayan movido a pleno rendimiento trasladando la responsabilidad de generar electricidad a otras tecnologías no renovables.
La falta de lluvias durante los últimos meses ha derivado en una sequía sin igual. De hecho, desde que se tienen registros, la de 2022 está siendo uno de los peores episodios de déficit de agua de la historia.
Además del daño ambiental y del que provoca en sectores económicos como la agricultura, la merma del bien principal en nuestros embalses también provoca que no se puedan utilizar las centrales hidroeléctricas y el mercado mayorista ha de acudir a tecnologías más caras.
Las circunstancias actuales dibujan, por tanto, un otoño complicado. Los futuros negociados en los mercados financieros de la electricidad se están pagando por encima de los 200 euros para el próximo invierno.
En concreto, según los datos del Mercado de Futuros y Opciones Financieros en España, para los meses de invierno de este año el precio por megavatio ya se paga a 207 euros. Pero lo peor, según estas cifras, está por llegar. 2023 no dará tregua y el megavatio a la hora de los próximos trimestres se pagan hasta los 321 euros.