Extremadura, la tierra que nos merecemos
Amanece un 8 de septiembre más en la historia de la comunidad peor tratada en el relato de España. Y quizás sean otras regiones las que hoy quisieran reivindicar ese título que gustosamente le cederíamos, pero las pruebas lo harían imposible.
Lamentablemente este galardón nos corresponde porque, tal vez, como sociedad aún no hayamos despertado. Y esto no es cuestión de colores ni de siglas políticas, esta necesidad imperiosa de querer ser iguales que el resto nace desde dentro, desde el alma que cada extremeño y extremeña regala a diario para salir hacia adelante.
No contamos con las mejores infraestructuras, ni ferroviarias ni aeronáuticas, tampoco con las mejores industrias, pero sí con una de las gastronomías más ricas del país y un patrimonio excepcional. Extremadura es lo que somos y lo que nos hace ser. Extremadura es el sueño de los que un día cruzaron el océano en busca de nuevas oportunidades para un país que, como el nuestro, no supo tratar del todo bien a quienes se encontraban frente a sus ojos, como así tampoco sus recursos naturales.
Extremadura es tierra de conquistadores, tierra de agricultores y ganaderos, tierra de talento, de sueños y de lucha. Extremadura es el camino que algún día cualquier español debiera conocer para saber cuánto cuesta ser alguien y tener algo. No es que trabajemos menos, ni por asomo es así, simplemente es que no hemos contado con las mismas oportunidades.
La España a dos velocidades, la de los relojes dispares, la de los trenes en diferentes sentidos: debe acabar ya. Y no por ser hoy 8 de septiembre debiéramos solo levantarnos con fuerza. Este es el relato que como región tendríamos que construir a diario.
Porque lo que primero y lo que somos antes que cualquier otra cosa es extremeños y extremeñas que despiertan para construir sus amenazas en oportunidades y sus sueños en realidades.
Extremeños y extremeñas, que nuestras voces se sigan alzando y nuestros cielos continúen llenándose de banderas.
Feliz Día de Extremadura.