"Fue como si Badajoz llevara siglos esperando al Carnaval"

Recuerdo aquel momento tan esperado como si fuera hoy. Después de tanta represión entró como un soplo de aire fresco y nuevo. De repente, todos los vecinos que siempre estaban en casa salieron a las calles, no había nadie en los bares y todos, el 100% de los pacenses, estábamos disfrazados.

No eran disfraces muy elaborados, lo propio después de años de prohibición, pero si estaban llenos de color, pasión y emoción. Yo, por lo menos, los viví así. Definieron mi juventud.

Recuerdo ese primer traje: salí con mis ‘amiguinas’, todas íbamos vestidas de caramelo, lo elaboramos con goma espuma y papel celofán, era realmente divertido. Nos daba igual lo que lleváramos, pero todos íbamos disfrazados, fuéramos de donde fuéramos.

Era como si el Carnaval de Badajoz llevara siglos esperando para entrar en la ciudad llenándolo todo de vida. San Francisco y Santa Marina eran el lugar de encuentro establecido para todos los vecinos. Allí, con nuestros bocadillos en los coches, llegábamos poco antes de las doce de la noche y no nos recogíamos hasta las siete u ocho de la mañana. Y durante todas esas horas hablábamos, bebíamos, comíamos nuestros sandwiches y bailábamos con los comparseros.

El Carnaval fue un boom, explotó, y todo Badajoz se inundó con cientos de emociones encontradas. Incluso para la gente mayor era como volver a vivir su juventud.

Cuando esta celebración ya llevaba unos años de historia y unos cuantos disfraces hechos a mano empezamos a disfrazar a mis padres, que se venían con nosotros a pasar el día en la calle. Mi madre se encargaba de hacernos los trajes a mí y a mi novio, ahora ya marido. De hecho, recuerdo con mucho amor cuando mamá nos hizo los disfraces de arlequín.

Quizás ahora el Carnaval de Badajoz este más disperso, pero el sentimiento no cambia y el amor, la pasión, la tradición que caracteriza a esta festividad está en nuestro ADN.

POR: Ana Suárez González.

UN POCO DE HISTORIA

Badajoz ya celebraba desde hace siglos los Carnavales, tal y como relatan las crónicas de la ciudad, pero fue concretamente en los siglos XIX y XX cuando comenzaron a alcanzar notoriedad.

Consistía en bailes de máscaras organizados por el Casino de Badajoz, el Liceo de Artesanos, el Círculo Obrero, entre otros, así como tenían lugar tanto en el López de Ayala como en el Paseo de San Francisco.

También se hicieron populares las ‘estudiantinas’, grupos de jóvenes que hacían coplas picantes e irónicas y las iban cantando por la ciudad, como antesala de lo que actualmente conocemos como 'murgas'.

Pero llegó la Guerra Civil y la posterior prohibición del Carnaval por parte del General Franco. 40 años sin Carnaval hasta que unos años después de la muerte del dictador (1980) el Carnaval resurgiría en la ciudad con más fuerza que nunca.

Actualmente, el Carnaval de Badajoz se postula como Fiesta de Interés Turístico Internacional.