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OPINIÓN: A Pepe Iglesias

24 de Enero de 2021

OPINIÓN: A Pepe Iglesias

El pasado 14 de octubre se nos murió Pepe Iglesias. ?

La noticia, aunque ya esperada, nos quedó a los amigos descolocados y fuera de sitio... La muerte amarilla que lo mismo acude a la cabaña el hombre humilde que a los fastuosos palacios de malaquitas de Rubén Darío, había asaltado esta vez, la casa de un hombre de bien.

Una noche de verano- estaba abierta el balcón y la puerta de mi casa- la muerte en mi casa entró, los versos tristes y melancólicos de Antonio Machado resonaron en nosotros de una forma grave aquella tarde de otoño.

Cómo podía haber ocurrido? Poco más de un mes antes, habíamos estado juntos disfrutando de su humor, de su palabra y su poesía, sin que nos pasara por la mente que nuestro amigo tenía los días contados.

Pepe Iglesias, nuestro amigo del cole desde hacía más de cincuenta años, había muerto. Aquel hombre bondadoso, exquisito, amante de su familia, de su pueblo, de su vocación, había desaparecido en tan solo unos días víctimas de este maldito virus que nos tiene a todos amedrentados. Ante nosotros, la muerte extemporánea de un hombre de bien.

Aquella misma tarde, A. Escobar antiguo compañero del colegio, escribía:

 

                  Cuando un poeta se va,

queda flotando en el aire,

un recuerdo de palabra,

que no lo recoge nadie

 

Se nos murió Pepe Iglesias.

Ese buen corazón, esa alma buena

que repartía los versos con sonrisas,

que convocaba a los mares y las brisas

del trigo y de la encina...

 

Había escrito ese otro extremeño grande en el empleo de la palabra bien usada y que respondía al nombre de Santiago Castelo.

Había conocido a Pepe en mayo del 67 cuando de pequeños nos llevaron a Almendralejo a optar de una beca del PIO para estudiar en Santa Ana... En cuatro días tuve la constatación de que aquel chico iba a ser una enorme poeta reconocidos por todos.

Con él todo eran facilidades. Cuando lo necesitábamos, allí estaba... sí tenía para ello que venir de Madrid, venía, si tenía que dejar su descanso veraniego, lo dejaba... Pepe, magnífico crítico literario, cuando a nosotros, pobres aficionados, un texto se nos atascaba, nos ayudaba a recomponerlo, luego, nos abría las puertas de Madrid y nos hacía sentir importantes.

¿Quién iba a imaginar esta fatalidad, esta sinrazón cuando solo unas cuantas semanas antes, hablábamos con un buen grupo de santaneros para preparar una puesta de largo de la dichosa Aurorita Valcárcel en el Centro Extremeño de Madrid?

¿Dónde vamos a encontrar ahora quien nos cante en los profundos paisajes de nuestra alma, aquello de que nosotros tus amigos de bachillerato, éramos parte de tu verdad y tu palabra?

Querido Pepe, quiero recordarte, que esto de la muerte es cosa de tiempo, de ese tiempo que vuela y que tarde o temprano, nos va a llegar a todos... No es complicado pensar que pronto los amigos de Santa Ana, nos encontraremos contigo.

A propósito... Ya nos contarás algún día que es eso del cielo... ¡Mira qué si el cielo se parece a Santa Ana? ¿Hay libros en el cielo? Menudo chasco sí no los llega a haber, pero vamos Pepe, que no te veo yo a ti, reclinado sobre una nube pulsando la lira y recitando versos desde el orto hasta el ocaso... Sí el cielo es cielo, ya estarás escribiendo algo nuevo repleto de rimas sonoras y musicalidad ondulante.

A ver Pepe... ¿Cómo gestionaste con san Pedro bendito tu entrada en el paraíso?, ¿has encontrado por allí a Bernardo Murillo?, ¿y al Gume?, ¿a mi buen amigo Bernardino Romero?, ¿a Tristancho?, ¿viste algunos de nuestros educadores? Te aviso, cuídate de algunos de estos, que te zumban un interminable rosario de aquellos de Santo Domingo en menos que canta un gallo.

Pepe... ¿Os ponen hígado en el cielo? ¿Hay borregueras? Sí...pues estamos aviados.

¿Recuerdas aquel poemita tan del mes de las flores que copiábamos en los murales de nuestra planta? ¿Cómo se llamaba?... sí hombre... Lección de vida, aquella estrofa sobre la sementera:

                                                      

               ...Y aquel que siembra este suelo

de rosales de poesía,

de esperanzas y alegrías

de fortaleza y consuelo,

y al que les da a sus hermanos

rosas de consejos sanos

y palabras bondadosas

¡Le queda siempre en las manos

algún perfume de rosas!

 

Esto es lo que nos queda de ti querido Pepe...ese perfume de rosas que a todos nos hace ser un poquito mejor   persona.

Fue un placer, un lujazo haber sido tu amigo. Hacemos nuestras las palabras de Miguel Hernández... Espéranos compañeros, que aún tenemos que hablar de muchas cosas que este maldito virus nos ha robado.

Se nos murió Pepe Iglesias... Ese buen corazón, esa alma buena.

Un beso de todos.

 

Por: Paco Cacho