OPINIÓN: La música actual está “precocinada”

Cada 22 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Música y no es para menos, pues la música es, en mi opinión, una de las artes más sensibles y valiosas que el ser humano ha creado jamás.

Capaz de provocar cualquier tipo de sentimiento y de evocarnos a realidades de lo más idílicas, la música nos ha acompañado a lo largo de toda la Historia de la Humanidad y sigue haciéndolo actualmente en cada momento de nuestras vidas.

Hay música allá dónde quiera que vayas. La escuchas en las calles, en cualquier local, en los transportes, en todos los medios audiovisuales e, incluso, en nuestras mentes. He ahí la cuestión.

Los humanos tenemos la cualidad de hacer música con todo aquello que queramos. Ya lo hemos hecho y, por cierto, de forma excelente. Pero, ¿lo estamos haciendo ahora? ¿Podemos llamar a esto que hacemos ahora "música"?

No sé si os ocurre a vosotros, pero yo, cada vez que escucho una canción “nueva” hoy día, casi siempre tengo la sensación de haberla oído ya antes. Siento que nos encontramos ante una nueva era de música “reciclada”.

Todas las melodías que se mueven por internet y las redes sociales me provocan la sensación de estar vacías, de ser completamente banales. Todo lo que engloba a las canciones (los sonidos, ritmos, letras, mensajes…) carecen de sentimiento y de originalidad alguna y, más aún, de cariño y mimo.

Hace meses que no escucho una nueva canción que me transmita algo diferente a lo que ya haya hecho alguna antes. Y esto, en una era digital en la que tenemos acceso a millones de sonidos, con altísimas oportunidades de creación e innovación, debería ser un pecado.

¿Cómo puede ser posible que autores de música clásica como Beethoven, Vivaldi o Mozart fuesen capaces de crear esas obras de arte con tan pocos recursos y los “artistas” actuales no puedan hacer una canción sin copiar una melodía exacta que ya existía antes?

¿Es que acaso ya se ha creado toda la música posible? ¿La creación e innovación musical es finita? No lo creo. Yo creo que aún quedan muchas canciones increíbles por descubrir, muchas letras que me emocionen hasta llorar y muchos ritmos que hagan que me levante del sofá y me den ganas infinitas de bailar.

Para ello, solo debe cambiar la intención de “los artistas”. Entiendo que el sector musical es un negocio, pero la música no lo es. Cuando esta sea hecha con el objetivo de querer crear, transmitir, innovar o expresar un mensaje profundo y no buscando fama y “que se pegue”, entonces estaremos hablando de música.

Con esto no estoy pretendiendo criticar los nuevos instrumentos digitales de creación o composición musicales, como el popular autotune. Considero que es una herramienta la mar de interesante y que, bien incorporado en una canción, es capaz de nutrir y aportar originalidad. Si bien, hay muchos “cantantes” que abusan de él y, por desgracia, no cualquiera puede ser artista.

La música está aquí, al alcance de nuestras manos. Todos somos música. Ella fluye en nuestro interior. Solo tenemos que dejar de “precocinarla”. El arte no se hace metiendo cuatro sonidos en el microondas, como si fuese una pizza congelada de cualquier supermercado. Se hace con mimo, amor, mucho esfuerzo y dedicación.