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OPINIÓN: El feísmo como corriente urbanística triunfa en Badajoz

26 de Abril de 2021

OPINIÓN: El feísmo como corriente urbanística triunfa en Badajoz

Feísmo es el término acuñado en los últimos años para referirse a ciertas soluciones urbanísticas y arquitectónicas en las que no se cuidan los acabados, se mezclan de forma poco armoniosa materiales y estilos o se rompe la continuidad de edificios históricos con construcciones modernas. También se caracteriza por contar con instalaciones de servicio público dispuestas sin esmero, dejando el cableado colgando de las fachadas o sin cuidar las simetrías o la nivelación de las conducciones eléctricas, telefónicas o de otros suministros. Por último, el abuso de instalaciones provisionales que acaban alargando indefinidamente su vida útil, es otro de los elementos definitorios de este peculiar “estilo”

En Badajoz es una práctica habitual y se aplica incluso en las obras públicas llevadas a cabo por la Administración, fundamentándose en el conformismo pacense del “…mejor que antes estará”.

Los ejemplos en nuestra ciudad son interminables, pero la Cívica quiere recalcar algunos de ellos para remover las conciencias de los que tienen la capacidad de solucionar estos problemas:

El acceso al fuerte de San Cristóbal. Un pequeño espacio encementado delimitado por unas piedras para disuadir el aparcamiento en el descampado adyacente. Su falta de estética se ve acrecentada por la habitual proliferación de matorrales.

Intervenciones en el interior de la Alcazaba. Llevamos décadas esperando la rehabilitación integral del principal monumento de la ciudad, donde palos de madera sostienen el cableado y algunos focos de iluminación cuelgan, literalmente, de los pinos. Las pequeñas obras que se llevan a cabo, aparentemente sin responder a un plan preestablecido, están consistiendo en acerados de hormigón delimitados por acero con un acabado, cuando menos, descuidado. Estas aceras terminan de forma abrupta, sin comunicar totalmente unas con otras. El material empleado impacta visualmente en un recinto medieval aunque es perfectamente acorde a la función de aparcamiento que corresponde actualmente a nuestro principal monumento.

Plaza de Santa María. Pese a ser un espacio remodelado por completo hace pocos años, su diseño y los materiales empleados son más acordes con una plaza de pueblo de los años setenta que de un espacio abierto en plena zona monumental: un montón de farolas de estilo convencional cada pocos metros, bloques de piedra a modo de banco con infinidad de papeleras repartidas por el centro de la plaza, grandes macetones del mismo material que los bancos y solados pero sin más plantas en ellos que malas hierbas y la basura.

Calle Prim. Tras el despropósito de derribar edificios históricos protegidos para continuar con la alineación de la calle Juan Carlos I, se decidió dejar la vía exactamente como estaba, pero con nuevas construcciones. De esta forma ha quedado cercenada la continuidad de la conocida como calle Mayor tanto en la calzada, pasando de dos carriles por sentido a uno, como en acerado, pues los soportales de Juan Carlos I quedan abruptamente cortados a partir de la calle Santo Domingo en uno de los lados, mientras que el contrario muere en la siguiente bocacalle.

Entorno de la plaza de toros. El edificio en sí responde al utilitarismo de la época en la que se diseñó. Es plaza gemela a la de Burgos cuya fachada recubrieron en la ciudad castellana, hace no mucho, para ganar en estética. El entorno de la plaza, pese a que recientemente se están remodelando las aceras, responde al estilo de “solar con jaramagos” que tanto abunda en nuestra ciudad y cuyo uso es malaparcar el coche.

Rehabilitación del entorno de puerta de la Trinidad y su baluarte. Hormigón dispuesto como si de una presa se tratara que nada ayuda a interpretar el baluarte como parte de la muralla. La terracita que han dejado empotrada en el muro parece estar diseñada para que los “sintecho” puedan acumular colchones y otras pertenencias.

La entrada a la ciudad por la carretera de Madrid. Primero unos mazacotes de hormigón para separar calzadas y después los restos de los estragos de las inundaciones de 1997 que siguen allí como si no hubiera pasado el tiempo. Casas semiderruidas, corralones abandonados, solares sucios…

El sinsentido de mantener despejados de árboles los márgenes de una gravera ubicada a los pies de la Alcazaba mientras que se abusa de pantallas vegetales para ocultar los lienzos de la muralla abaluartada, o, en el mismo sentido, que se decidiera plantar árboles en la calle del Obispo justo en la acera donde están los palacetes históricos (Diputación y antiguo instituto) mientras que se dejaron expeditos para poder ser “disfrutados” los feos edificios “setenteros” de la acera de enfrente.

Por último, abundan los solares que no cumplen con las normas de cerramiento y limpieza, parques en todos los barrios donde crecen más malas hierbas que plantas ornamentales, descampados repartidos por la ciudad, casetas, cuadros eléctricos y de control semafórico llenos de pintadas, contenedores de basura junto a monumentos, carteles informativos desgastados o vandalizados, y muchos desperfectos que, en lugar de repararse, se señalizan con una valla y se mantienen así por meses o incluso años. Todo esto da mala imagen de nuestra ciudad, que año tras año se mantiene en el imaginario público como una de las ciudades más descuidadas de España, pese al potencial que representan su historia, su vitalismo y su monumentalidad.

POR: Asociación Cívica "Ciudad de Badajoz"