OPINIÓN: El más difícil todavía de Pedro 'El Resistente'
El viacrucis recorrido por Pedro Sánchez y su tropa hasta llegar al histórico abrazo con Iglesias y la suya lo tenemos todos en la memoria. Los vaivenes y los errores cometidos también. Creo que puede darse todo por bien empleado y decir aquello de “qué importa lo secundario si acertaron en lo principal”. O aquello otro de que esta historia de amor fue “más larga que el parto de una burra”.
Metidos ahora en el nuevo escenario en el que estamos, hay que reconocer que todo es mucho más complicado: las tres derechas se unieron consiguiendo un poder que no esperaban, y el pacto de izquierda tuvo que abrirse a un número de socios mucho más grande y difícil de gestionar. Los errores de partidos y de Gobierno, a veces, han sido de bulto y persistentes. Sin embargo, y a pesar de que la derecha se haya lanzado en tromba a erosionar y poner todos los obstáculos posibles al Gobierno, creo que estamos un número importante de ciudadanos esperanzados en que, por muchas dificultades que haya, pueda abrirse una nueva etapa de entendimiento, cambios y gobernabilidad en España (a pesar del exabrupto que le acabo de oír a Felipe González), y asumimos la nueva política de pactos que exigen los resultados electorales a todos. Ahora bien, es cierto igualmente que los hechos que estamos viviendo canalizan y calientan aún más a otro grupo de ciudadanos que votaron a una de las tresderechas, infectando con ello a otros votantes con sus reacciones en medios y redes sociales.
Aun sabiendo que los errores van a estar presentes continuamente, ya que el entendimiento en temas muy polémicos y con comunidades autónomas muy diversas serán inevitables, lo más importante será la capacidad de enmendarlos con rapidez e ir aprendiendo esa cultura de pactos y negociación a la que no hemos estado acostumbrados hasta ahora. El bipartidismo ha sido el causante de muchos de los problemas que hoy tenemos, además de un campo abonado para la corrupción de izquierda y de derecha, cosa que creo será más difícil con nuevos gobiernos más plurales y necesitados de dialogar y de entenderse.
Para hacer la cosa más difícil todavía, tenemos por delante un amplio grupo de problemas de enorme envergadura que suponen nubarrones en el horizonte, tanto en España como en el exterior, y de consecuencias imprevisibles por ahora. Veamos algunos de ellos:
la OMS pide al mundo que se prepare para una pandemia (esta crisis afecta ya a algunos de los países más importantes de la economía mundial y sus efectos llegarán a muchos más); el desacuerdo nuclear y de política económica entre grandes países no para de crecer; en el ámbito europeo, la salida de Inglaterra de la Unión Europea ha abierto interrogantes que no sabemos cómo se resolverán; las reformas de los Fondos de Cohesión y de la PAC, la política fiscal, los presupuestos, la inmigración, etc. siguen siendo problemas de difícil solución, ahora que estadistas como Merkel están a punto de abandonar la política. Y si nos situamos en España tenemos varios frentes abiertos que traerán movilizaciones cada vez más importantes: los agricultores y el sector agroalimentario, la “España vaciada”, así como los jubilados y el feminismo con muchas reivindicaciones que plantear.
Si a todo esto le añadimos las grandes reformas inaplazables por el cambio climático (tendrá que ser el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, junto con otros ministerios, quienes la impulsen), contamos ya con un catálogo aproximado de lo que le espera al Gobierno de Pedro Sánchez y sus socios. Por todo ello, creo que los sectores de la ciudadanía que se consideren progresistas deben seguir con interés, apoyo y crítica constructiva continua los avatares por los que va a pasar la vida política desde ahora. Para el catastrofismo y la amenaza permanente ya tenemos a las tres derechas, que, aunque con alguna trifulca de vez en cuando, a la hora de la verdad se entienden a la perfección.