OPINIÓN: La tele se está muriendo, pronto iremos de entierro
Cada 21 de noviembre, desde 1996, se celebra el Día Mundial de la Televisión como homenaje al que, a día de hoy, podría considerarse como el mayor medio de comunicación tradicional de la historia de la humanidad.
No tengo duda alguna de que le debemos muchísimo a este medio. La televisión ha dado y, sigue dando voz a millones de personas a diario de forma masiva.
Sin embargo, durante los últimos años, tanto este día como la propia plataforma a la que quiere homenajear están perdiendo fuerza, y cada vez más.
La televisión ha dejado de ser el medio al que todos recurríamos para absolutamente todo. Ha dejado de ser nuestro guía informativo de confianza. Ha dejado de ser nuestro mejor amigo, al que muchos acudíamos para combatir la soledad y el aburrimiento.
¿Acaso hemos traicionado a todos estos profesionales que se dejan su piel día a día para informarnos y entretenernos?
Yo no tengo duda: la televisión ha sido víctima de la fugacidad de la sociedad actual. La gente vive con prisa. Las redes sociales, principalmente Tiktok e Instagram, mediante los nuevos y crecientes formatos de vídeos exprés, nos invitan a consumir sin parar a velocidades tan altas que, muchas veces, no somos capaces ni de asimilar.
Yo soy el primero que apenas recurro a la televisión, ni como medio informativo, ni mucho menos como forma de entretenimiento. En pequeños momentos diarios en los que antes siempre confiaba en nuestra querida televisión, como puede ser la hora de comer o el rato de antes de dormir, ya ni se me pasa por la cabeza darle al botón rojo del mando a distancia.
Las nuevas tecnologías han matado mi paciencia. ¿Para qué voy a sentarme a ver una película cualquiera que sintonicen en algún canal si puedo acceder a un catálogo inmenso de opciones online y ver a mi antojo lo que yo quiera? ¿Para qué voy a ver el informativo diario de un canal de televisión consolidado si sé que ese mismo canal va a ofrecer la noticia que específicamente yo quiero saber en sus redes sociales?
¿Dónde queda, entonces, el placer que sentíamos hace unos años al sentarnos tranquilamente en el sofá de casa a esperar a que empezase eso que llevamos todo el día esperando ver? ¿Y la emoción de esperar unos días o semanas para ver el próximo capítulo de esa serie que nos tiene enganchados?
El placer de esperar ha muerto. Las redes sociales, las plataformas de televisión a la carta y los creadores de contenido que aportan constantemente entretenimiento en streaming han ganado la batalla a la televisión en captación de público joven.
Es cuestión de tiempo que esta nueva era audiovisual atrape también a generaciones más mayores.
¿Seguiremos celebrando en futuras décadas este día o, por el contrario, recordaremos a la televisión con un solemne luto que honre todo lo que este gran medio hizo por nosotros y no supimos valorar?