OPINIÓN: Ni manicura plateada ni catedrático
Mal empezamos cuando se lee que “la enseña local debe combinar el rigor histórico.” ¿Rigor histórico? Por supuesto. Para después decir que para que “al pacense actual (…) de hoy se sientan identificados con ella. Por mucha referencia histórica que tenga, si la ciudad de 2022 ve la enseña como un invento de los que están en el Ayuntamiento servirá de poco” ¿Representatividad del pacense actual? Pues va a ser que no, y me explico.
Ni bandera ni escudo representan a ningún pacense ni actual, ni de tiempos pasados, ni futuros. Son símbolos de identidad de la ciudad que representan en su composición los elementos o hitos histórico-simbólicos que más identifican a la ciudad a lo largo de su historia, pero no a los pacenses de un tiempo histórico concreto de la ciudad, ni a los de 2022 ni a los de 1230. Estamos hablando de heráldica y vexilología institucional que, aunque se rigen por las mismas normas, no deben confundirse con la heráldica familiar de linaje o de la nobleza, que si representan a familias, personas, linajes o dinastías concretas. Los pacenses deben poder identificar en sus símbolos sus hitos históricos representativos que le dan identidad histórica y, por ende, corporativa. Aquí no se habla de una bandera a gusto del consumidor sino de una bandera que identifique y represente a la ciudad como institución, y es precisamente aquí donde está el error de enfoque de muchos comentarios arbitrarios sobre el asunto, donde la mayoría de ellos elucubran, hablando sin saber realmente de lo que están hablando, y que lleva a hablar de un “león rampante con manicura plateada cual Rosalía”. No sé cómo llevara las uñas Rosalía, aunque algunos y algunas parece que sí lo saben, pero lo que está claro es que decir eso en tono burlesco y despectivo solo denota ignorancia en el tema.
Aún más irrisorio resulta leer cuando se afirma que “Con ellos (los de la comisión de la bandera) empezó el cronista oficial, Alberto González, pero no estaba de acuerdo con los derroteros del diseño y se marchó. Según él porque faltaba seriedad y conocimiento en esas reuniones.” ¿Falta de seriedad? Sin lugar a dudas la de él. ¿Falta de conocimiento? Indudablemente la que el demostró, ya que sus breves e inconsistentes argumentos fueron rebatidos en el acto y, no sabiendo por donde salir, solo contesto que “no se puede ser tan tikismikis con las normas heráldicas”, expresión que solo pudo provocar una sonrisa de los allí presentes. Dudo mucho que el cronista estuviera de acuerdo con el diseño (léase el diseño consensuado) ya que se fue al poco de empezar la primera reunión alegando que tenía una reunión y después de comprobar que sus propuestas no salían adelante, sobre todo por los errores y escaso criterio heráldico y vexilológico, por lo que resulta imposible que estuviera ni de acuerdo ni en desacuerdo con un modelo que ni siquiera aún se había decidido. Y obvio que no somos todos catedráticos, pero sí expertos algunos, porque no sabía yo que ser catedrático te habilita para saber de todo o pretenderlo, o lamentablemente para calificar que los que allí estábamos, por no ser catedráticos, se nos debe presuponer poco competentes, como se parece deducir. Como ya dije en otro artículo anterior y tal como dijo el filósofo, “la madre de la ignorancia es la charlatanería” y todo esto tiene bastante tufillo a eso. Hablar por hablar sin saber y solo para confundir.
No merece más tiempo este debate sin sentido promovido por personas que carecen de un mínimo conocimiento de la ciencia heroica y que solo arrojan sombras donde debería haber luz y convencerse que una bandera o un escudo no es algo a capricho en un mercadillo, a gusto del consumidor, sino que es algo mucho más serio, regula-do por unas normas, y no por los gustos o las modas. Y si esto es así y este es el planteamiento que se pretende para aprobar un símbolo tan representativo de la ciudad como es su bandera, entonces apruébese una, por ejemplo, con un traje de “faralá” por la Feria de San Juan, ya puestos ¿porque no?, o con una máscara del Carnaval, que a fin de cuentas son también dos fiestas muy importantes en la ciudad.
Solo queda por decir que en 2016 algunos medios periodísticos ya se hacían eco (maldita hemeroteca, dirían algunos) de lo que se lleva diciendo hace años sobre el escudo de Badajoz y su bandera, en consonancia con informes anteriores de la Real Academia de la Historia y recogiendo el dictamen de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía: “Además, la academia indica que el escudo que se usa actualmente no está autorizado legalmente. Tampoco está correctamente diseñado (incluyendo la propia corona). Por ello, la academia señala que, si bien se aprobara cualquiera de los modelos propuestos por ellos mismos para la bandera, no podría utilizarse porque el escudo que se usa no es oficial. De ahí que proponga adaptar el escudo actual a la normativa heráldica para poder incluirlo en la bandera que resulte elegida.”. Dos entidades que son máxima autoridad en el tema y que cualquier trámite administrativo de aprobación de estos símbolos debe pasar por el informe positivo preceptivo de una u otra entidad.
Siempre queda la sensación, después de estos comentarios y opiniones desde el desconocimiento, que realmente en vez de resolver de una vez esta cuestión, no se hace más que embarrarla una y otra vez. Quizás alguna vez se vea al fin luz al final del túnel de la bandera. ¿Quién sabe? Mientras tanto mejor esbozar una sonrisa y sacudir el polvo del camino embarrado por el que se han empeñado en meternos en este asunto de la bandera. Todo es más fácil si hay voluntad y no tanto interés político o personal.