OPINIÓN: Perro no muerde la mano que le da de comer
21 de Agosto de 2023
Esta frase se repite con asiduidad en el mundo de la prensa cuando surgen reivindicaciones laborales dentro de nuestros medios de comunicación, cuando la noticia somos nosotros y cuesta diez mil mundos que alguien la difunda.
Acostumbrados a cubrir e informar sobre las reivindicaciones de los demás colectivos, la censura o autocensura se impone en nuestro caso. De un día para otro se ha impuesto un ERTE por fuerza mayor a 34 profesionales de unos informativos de Canal Extremadura que se rellenan desde el pasado 1 de agosto con imágenes de webcam y de reporteros-ciudadanos. El ERTE ha sido declarado improcedente por la Autoridad Laboral, pero eso no es noticia y no importa, como tampoco importa la situación de las 34 familias, no se debe informar de esto porque molesta, porque debe molestar a alguien.
La máxima aventura de esta profesión se ha convertido en subsistir y asumir con malentendida vocación la perturbadora certeza de que hay que conformarse con todo lo que venga y que nada va a ir a mejor. Sin mecanismos de defensa y sin regulación deontológica ni de las condiciones laborales no hay futuro.
Mark Twain decía que una persona que no lee, no tiene ninguna ventaja sobre aquella que no sabe leer. ¿Qué ventajas tiene entonces en una sociedad un periodismo que no informa?