OPINIÓN: ¿Duelen más las sillas vacías en fechas señaladas?
Si cierro los ojos y pienso en Navidad, lo primero que pasa por mi mente es el sonido de ese extraño artilugio que se pone en las puertas cuando las abres. Y es así como recuerdo la entrada en la casa de mis abuelos.
Un pasillo largo repleto de macetas a uno de los lados, una foto de familia como regalo de su 50 aniversario, y un zaguán en el que vivimos tantos momentos bonitos.
El olor a mazapán y licores sin alcohol, la mesa repleta de turrones, bombones y polvorones, y sobre todo mucho amor.
Las Navidades siempre eran el punto de encuentro de cenas y comidas que se hacían cortas. Y, por supuesto, la visita de Papá Noel era ineludible. Y es que nuestro Papá Noel siempre tendrá un lugar más que privilegiado en nuestros corazones.
Hay cosas que no se pueden pagar con dinero, y esta es una de ellas. La Navidad nunca será lo mismo por las sillas vacías que nos encontramos a los lados. La tristeza y la pena inundan el corazón cuando llega el mes de diciembre, pero es un sentimiento encontrado porque unos se van y otros llegaron.
Con la marcha de los abuelos, sin duda, el corazón se desgarra a pedazos, y son esas pequeñas personas las que han sido capaces de llenar ese vacío inmenso. Y es que nuestros sobrinos llegan para alegrarnos la vida, para hacerla más fácil y para hacernos entender que hay que exprimir cada momento, al máximo.
Y aunque el árbol de nuestros abuelos ya no esté, en el nuestro los regalos con los nombres de estos pequeños seres salvavidas, nos inundan de emoción.
La Navidad nunca volverá a ser lo que era porque los años pasan y esta vida a veces duele, pero siempre nos quedará el recuerdo de lo que fuimos, y sobre todo de lo que ellos nos enseñaron a ser. Sus sillas vacías estarán menos vacías si los buscamos dentro de nosotros.
Feliz salida y entrada de año, que este 2025 venga acompañado de nuevos propósitos, nuevas metas y buenos caminos.