Esperando un rayo de luz que ilumine la oscuridad en el casco antiguo de Badajoz

No se puede elegir un adjetivo calificativo adecuado para definir con claridad el estado que presenta el Casco Antiguo de Badajoz. Es sin duda alguna el tendón de Aquiles de todos los regidores que han pasado y pasarán por el consistorio pacense, protagonistas a la hora de mejorar la vida de todos los ciudadanos.

Año tras año, y ya van unos cuantos desafortunadamente, las circunstancias empeoran y a día de hoy presenta un estado deplorable y penoso. Darse un paseo a cualquier hora del día elegida al azar supone todo un reto para los sentidos. Solo presenta un estado "óptimo" la calle San Juan, que ahora comienza adecentarse. Adentrarse en las profundidades de la historia de Badajoz supone naufragar a toda costa sin posibilidad alguna de salvar un ápice de belleza para el sentido de la vista.

Multitud de fumaderos dibujan las calles San Lorenzo, Benegas, Sepúlveda, Brocense, etc., la droga se ha convertido en la reina madre, conquistando hasta el último rincón de nuestro amado Casco Antiguo. Las quejas vecinales son constantes y merecen todos los respetos habidos y por haber, aunque las mejoras latentes aún no se han materializado.

Hablar con una vecina de toda la vida en la puerta de su casa en plena calle Sepúlveda es sinónimo de desesperanza adquirida con creces con el paso de los años. Ella ve cómo diariamente un ejército de toxicómanos campa a sus anchas por el barrio, entrando y saliendo por todos aquellos solares abandonados, llenos de basura y desperdicios de historias rotas.

Afirma que durante las noches de verano los agentes policiales estuvieron allí patrullando a pie: “Ya pronto llega el otoño, hace frío y la cosa cambia y no vuelven ni por asomo. Estoy insegura en mi propia casa viendo todo esto a tres metros de mi hogar”.

“Las peleas, voces y estar rodeada del continuo tráfico de drogas y menudeo es un panorama desolador, sobre todo por mis nietas que son jóvenes, sólo puedes sentir únicamente una tristeza enorme”, añade.

Hay un Badajoz oficial que vive a base de tópicos y se termina creyendo sus propias mentiras, aquellas que confirman ese contraste brutal. Un sin fin de puntos de venta de drogas, casas cayéndose a pedazos, etc., provoca la exasperación para todos aquellos que confían en un rayo de luz que ilumine la oscuridad de una vez por todas.