Hola! Sabemos que no os importamos, pero estamos aquí

Precisamente este querido 8 de septiembre, y de esta parte, no hay nada que celebrar. No me resulta necesario encontrar un día para sentirme orgulloso del territorio en que nací y habito.

Pues Extremadura, aunque a veces duela, debería sentirse en el interior de todos nosotros cada día, un sentimiento que incluso perdura en aquellos a los que la distancia obliga a sentirla más lejana. Aquellos que aumentan en número cada día.

Futuros emigrantes, en gran medida por obligación, que a pesar de no encontrar extensas y azuladas costas, macizos pirenaicos en el horizonte, montañas rusas, calles con teatros, gigantescos parque urbanos donde perderse, frenéticos ires y venires, sobrecogedores skylines,… aún no lo son por valorar las innumerables razones para decidir quedarse.

La gran desconocida, continúan llamándonos alcanzado 2018, a pesar de contar con bellos lagos; con la maravillosa cicatriz que dio lugar a un Valle único; con la herencia de los pueblos que poblaron nuestras tierras; con kilómetros rayanos que por fin se encuentran en un intercambio apasionante; con las notables piedras de castillos, alcazabas, palacios, monasterios, puentes, arcos, teatros,… de un legado arquitectónico envidiable que mostrar al mundo; pero sobretodo, con los extremeños. Como decía Javier Cercas “esa hospitalidad antigua de la gente”.

De todo ello me siento orgulloso a diario por ser un patrimonio ineludible e imperecedero que ofrecer a la humanidad, no tanto así por la nostalgia de lo que con todo ello podríamos ser y no somos.

Que los extremeños estemos perdiendo el derecho a poder desarrollarnos en nuestra tierra, apegados a la familia, disfrutando de todo aquello que nos es agradable y cercano, es el mayor fracaso de los políticos que han gobernado esta región. 35 años después se repite la historia.

Con todo ello se generó y aumenta el sentimiento de rechazo hacia los políticos extremeños actuales y a quienes lo fueron un día no muy lejano, y se pierde la esperanza de revertir una situación que lejos de igualarnos con el resto de España, nos está alejando.

Cuántas veces han escuchado aquello de ¿Por qué no sabemos vender las joyas monumentales que por suerte tenemos? ¿Por qué Extremadura es tachada de secarral cuándo tenemos Gata, las Hurdes, el Jerte, la Vera, Monfragüe, Villuercas, Sierra de San Pedro, Tentudía, los grandes lagos,…? ¿Por qué Extremadura no transforma todos aquellos bienes que aquí producimos salientes de nuestra tierra y mano de obra? ¿Por qué nos han dejado incomunicados con el resto de España y Europa? ¿Por qué?

Me gustaría poder felicitar a los políticos que por aquí han pasado y a los que actualmente están por haber sabido entender el complicado tablero estratégico nacional, porque hubieran luchado hasta la extenuidad por nuestra tierra, por haber alcanzado para la región un nivel de riqueza que nos pertenece por derecho, por no tener que salir obligados de nuestra tierra en pleno Siglo XXI, por haber conseguido unas infraestructuras que nos comuniquen con el mundo generando por extensión una riqueza aun inimaginable,…

Pero la realidad de la Extremadura actual nada tiene que ver con eso. Abandonados, desconocidos, enviando ingentes cantidades de productos a industrias foráneas, con una población que mengua cada día, con unas ‘ciudades’ que no son atractivas por no tener la capacidad de generar lo más básico que necesita el ser humano: empleo.

Los errores cometidos han debido ser innumerables en estos 35 años, al igual que las oportunidades perdidas y que jamás volverán. Pero recapaciten y pónganse a trabajar por esta hermosa tierra que aun habitamos 1.100.000 personas, no permitáis que continuemos perdiendo peso en el contexto nacional, ni carguemos con el eslogan de ‘lejano oeste’.

Aún estamos aquí. Hagan de Extremadura un lugar mejor.