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Badajoz

Los pacenses recuerdan la riada del 97 en Badajoz: 27 años que dejaron 25 muertes

Badajoz

5 de Noviembre de 2024

Los pacenses recuerdan la riada del 97 en Badajoz: 27 años que dejaron 22 muertes

 

Una profunda borrasca en un proceso de ‘ciclogénesis explosiva’ y otros muchos factores desencadenaron una auténtica catástrofe en la madrugada del 5-6 de noviembre de 1997, hace este martes 27 años.

 

El mes de noviembre del año 1997 ya comenzó con abundantes lluvias en toda Extremadura y en prácticamente todo el suroeste peninsular, incluso en los días 1 y 2 de noviembre se produjeron algunas efemérides de precipitación en numerosas estaciones de la provincia de Badajoz, lo que dejó los suelos bastante saturados y con poca capacidad para absorber más cantidad de lluvia.

 

Sin embargo, fue durante los días 5 y 6 de noviembre cuando tuvo lugar un intenso proceso de ciclogénesis explosiva en una borrasca de origen subtropical, en torno a la cual se formaron enormes sistemas tormentosos al suroeste de la Península Ibérica, y fue uno de ellos -el más grande y fuerte- el que barrió Extremadura de suroeste a noreste provocando a su paso innumerables problemas.

 

Muchos recuerdan aquella madrugada como una de las peores noches de su vida, y no fue para menos… A pesar de lo mucho que se especuló sobre qué pudo provocar una catástrofe de ese calibre como la que tuvo lugar en plena ciudad de Badajoz, lo cierto es que hay que reconocer que la situación meteorológica durante aquella madrugada no fue demasiado común en nuestra zona.

 

El barrio pacense de Cerro de Reyes fue el más afectado, con 21 víctimas mortales, aunque la riada también se cobró otras tres vidas en el municipio de Valverde de Leganés, mientras que una persona permanece desaparecida.

 

Independientemente de lo mal planificado que estuvieran las cosas por aquel entonces en aspectos como la calidad de la predicción meteorológica, a nivel de seguimiento, de avisos... O mismamente el propio hecho de encontrarnos con viviendas cerca de un arroyo y/o elementos arquitectónicos que hagan de ‘tapón’ (lo que es realmente un peligro), lo cierto es que se juntaron muchos factores que potenciaron aún más la peligrosidad de esta situación.

 

-¿Qué provocó esas lluvias tan intensas y abundantes?

 

En los días 4, 5 y 6 de noviembre del año 97, una pequeña borrasca de origen subtropical situada al sur de Azores sufrió un proceso de ‘ciclogénesis explosiva’ mientras se dirigía hacia la Península Ibérica, donde acabó tocando tierra a través del cabo de San Vicente-Golfo de Cádiz. En la figura superior se muestra el recorrido exacto de la borrasca desde el día 4 al día 6 de noviembre.

 

Este tipo de borrascas llevan asociadas masas de aire templadas y muy húmedas que provienen desde latitudes muy bajas, y suelen albergar mucha actividad tormentosa que, generalmente, no llegan a entrar en tierra y permanecen, la mayoría, sobre el mar.

 

Sin embargo, en esta situación, la borrasca sufrió el conocido proceso de ‘ciclogénesis explosiva’, de forma que se profundizó muy rápidamente a medida que se acercaba a la península (se hacía más fuerte e intensa), de modo que había muchísimo potencial para precipitaciones torrenciales.

 

En torno a ella, la formación de enormes tormentas muy bien organizadas daban una idea de lo peligrosa que podía ser la situación para zonas del oeste peninsular durante el impacto de la borrasca. Gran parte de las tormentas afectaron especialmente a zonas de Portugal, pero fue la última de ellas (y la más grande y organizada) la que consiguió entrar en tierra y, además, aguantar durante varias horas.

 

En meteorología las llamamos ‘Sistema Convectivo de Mesoescala’ (SCM para abreviar) a este tipo de tormentas y, básicamente, consiste en una tormenta de importantes dimensiones que suelen dejar a su paso precipitaciones torrenciales y fuertes rachas de viento. No se trata de una tormenta común u ordinaria como las que todos conocemos.

 

Pues bien, en la noche del 5 al 6 de noviembre de 1997, uno de estos fenómenos cruzó de lleno Extremadura con lluvias muy intensas y persistentes, que unido a esa situación de suelos totalmente saturados por las lluvias de días atrás, ayudó a que la catástrofe fuera aún mayor en algunas zonas.

 

Además, y por si fuera poco, esta enorme tormenta (con mucha precipitación, aunque no demasiado aparato eléctrico) afectó de lleno al oeste de la provincia de Badajoz, moviéndose a favor de muchos arroyos de la zona, albergando éstos cantidades de agua absolutamente desproporcionadas, con las consecuentes crecidas repentinas de ríos y arroyos.

 

Según la Confederación Hidrográfica del Guadiana, el caudal de los arroyos Rivillas y Calamón osciló entre los 450 y 500 m3/s, ¡casi el triple! del caudal máximo admisible en sus cauces de hormigón, que era de 180 m3/s.

 

El barro y el agua desbordada arrasó con casas, coches y todo lo que se encontró a su paso, provocando como consecuencia más lamentable 21 víctimas mortales.

 

En Valverde de Leganés (Badajoz) el arroyo de Las Piletas recibió 136 litros/m2 y reventó la canalización que lo conducía por debajo de la población, produciendo daños en viviendas e industrias y, desgraciadamente, 3 víctimas mortales.

 

En este punto cabe mencionar que el arroyo Calamón nace justo al lado de Valverde de Leganés, por lo que todo el agua que se acumuló entre esta localidad y la ciudad de Badajoz, fue a parar directamente al arroyo Calamón. Es difícil de imaginar tantísima cantidad de agua.

 

Balboa y otras poblaciones situadas en las Vegas del Guadiana tuvieron que ser evacuadas por las inundaciones. En el resto de la provincia de Badajoz hubo que lamentar innumerables daños en infraestructuras, cultivos y ganado. En Portugal también se registraron muchos daños materiales y un total de 10 víctimas mortales.

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