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Región

Manuela y Francisca, un vacío y dolor sin calma

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9 de Marzo de 2020

Manuela y Francisca, un vacío y un dolor sin calma

Día de los desaparecidos sin causa aparente. 9 de marzo de 2020. Otras 24 horas con el mismo dolor y ese vacío que no desaparece.

“Mi madre era el centro de todo. Es una desaparición que entró en nuestras vidas y nos reventó por dentro, quemó nuestro corazón, anuló nuestro cerebro”. Declaraciones de un hijo derrotado que se pueden leer en QSD Desaparecidos.

Por muchos abrazos, palabras de amor y apoyo que le puedan ofrecer, no hay nadie que pueda calmar ese arrebatador desazón. Extremadura lo siente, le acompaña, porque sus ciudadanos también sintieron la pérdida de Manuela y Francisca.

Sin pistas sobre la mesa, pese a que la UCO se reunió en enero para tratar las líneas de investigación y esclarecer lo sucedido, en un intento de dar con estas mujeres que un día, sin causa aparente, desaparecieron.

Manuela desapareció la noche del 4 al 5 de julio del año 2016. Tres años, ocho meses, cinco días. 1.344 anocheceres.

El día de su desaparición, Manuela, separada y madre de dos hijos, estaba sola en su casa, una vivienda unifamiliar.

Desapareció de su casa dejando su teléfono móvil, el televisor en marcha, las luces encendidas y la puerta abierta.

Seguramente salió de su domicilio pensado en regresar inmediatamente a la vivienda y, desde ese momento no saben dónde está.

Bastaron quince minutos

Diez meses y cinco días después, o 305 amaneceres, desapareció Francisca Cadenas, vecina de Hornachos.

Era de noche, un 9 de mayo de 2017, salió de su domicilio para entregarles a sus padres una niña que había quedado a su cuidado.

Tuvo que recorrer unos 50 metros, parte de ellos a través de un pasaje, dentro del casco urbano de Hornachos, y desapareció.

Desapareció vistiendo unas mallas oscuras, una camiseta de manga corta de color rosa y zapatillas deportivas. Su cabello es rubio, sus ojos azules, delgada y 1.70 metros de altura.

Nada se sabe desde entonces sobre su paradero, lo mismo que ocurre con Manuela Chavero. En menos de un año Extremadura perdió a dos vecinas que amaban, por las que aún siguen manteniendo esperanza de que aparezcan. 

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