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OPINIÓN: Cursos, cursillos y cursetes para aprender a emigrar

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2 de Febrero de 2018

OPINIÓN: Cursos, cursillos y cursetes para aprender a emigrar

La demanda de empleo aumentó en Extremadura durante el pasado mes de enero, lo cual es rarísimo.

Lo habitual en Extremadura es que la demanda de empleo disminuya. En enero y durante todos los meses del año.

Es decir, que las personas que necesitan, que quieren y que están en edad de trabajar, se olviden de apuntarse en la lista del paro, agarren el petate y se vayan de la región para pedir trabajo en cualquier otro sitio, porque en Extremadura no lo encuentran.

En Extremadura no hay fábricas que creen empleo. En Extremadura se fabrican personas paradas.

La población parada extremeña, y subrayo el término parada, puede ser de dos tipos: sedentaria, si ha cumplido los 50 años y ya es "vieja" e irrecuperable; o transeúnte, si aún es joven y está dispuesta a emigrar.

Extremadura es una fábrica de paro, lo ha sido siempre y no atajan de una vez las causas que originan esta lacra nuestra.

En Extremadura no se crean puestos de trabajo. Se enseña a trabajar. Las instituciones juegan a poner en marcha cursos, cursillos y cursetes para aprender un oficio -mirando a las estrellas o a lo que sea- pero no dan el paso definitivo para crear empleo, para originar la ineludible creación de empleo.

En Extremadura se enseña a trabajar a las personas desempleadas, se las capacita en nuevos oficios y actividades y, cuando la ciudadanía ya tiene el diploma en la mano, la flamante juventud recién titulada descubre que ha aprendido a hacer cosas que en Extremadura no se hacen, porque no hay empresas que desarrollen tal actividad -si las hubiese ya estaría trabajando- así que se marcha para emplearse en algún sitio donde trabajar lo aprendido.

Mira que si en vez de para enseñar un oficio; los cursos, cursillos y cursetes que imparten las instituciones en Extremadura tuviesen como objetivo enseñar a emigrar a la juventud extremeña.

Mira que si la emigración no fuese un daño colateral, sino el daño diana de una capacitación inadecuada.

Mira que si estuviésemos empeñados en construir la casa del empleo por el tejado.

Mira que si gratificar la asistencia a los cursos, cursillos y cursetes de formación laboral, además de una maniobra de distracción para sacar a los aprendices de las listas del paro, fuese un caramelo envenenado, mortal de necesidad.

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