¿Tiene que ocurrir otra riada para que limpien el Rivillas?
12 de Agosto de 2016
El estado que ofrece el arroyo Rivillas en su tramo urbano a su paso por Badajoz, solo puede calificarse de lamentable en un acto de irresponsabilidad por parte de las autoridades a quien compete su estado de conservación.
Cabe recordar que en el año 1997 este arroyo, junto el contiguo de Calamón -ambos confluyen en la entrada a Badajoz desde su zona sur- experimentó uno de los episodios recientes más tristes de la ciudad al fallecer durante la conocida ‘Riada del 97’ un total de 21 personas.
Bien es cierto que nadie pudo predecir estos trágicos hechos al precipitar sobre la ciudad durante esa noche en un escaso margen, 125 litros por metro cuadrado. Por aquel entonces la parte alta del arroyo se encontraba en el mismo estado que hoy ofrece la parte baja. Repleta de maleza, suciedad y escombros que hicieron de presa para que el agua se acumulara y entrara con la fuerza que lo hizo en las barriadas de Cerro de Reyes y Antonio Domínguez.
Aun teniendo estos lamentables antecedentes, actualmente, se permiten el lujo de mantener el curso bajo del arroyo bajo las mismas circunstancias que se dieron en 1997, más si cabe cuando cerca de 20 años después aun no han conseguido rehabilitar las zonas afectadas, y a sabiendas que la meteorología es caprichosa e imprevisible, y en septiembre dará comienzo la temporada de lluvias.
Pero la dejadez extrema en que se encuentra el arroyo Rivillas no solo acarrea miedos y recuerdos en la memoria de los que vivieron de cerca la tragedia, también supone un problema de insalubridad, de malos olores que los vecinos de los barrios que atraviesa el arroyo tienen que sufrir a diario.
Se trata, pues, de una vía fluvial que lejos de adecuarla para uso y disfrute ciudadano tal y como proponen desde varios colectivos y partidos de la ciudad, se ha convertido en un estercolero que puede generar problemas de los que nadie quiere acordarse.
Comenta esta noticia
6 comentarios
A Fondo