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Cultura

Todo lo malo que le puede pasar a usted hasta las 12 de la noche

Cultura

13 de Noviembre de 2018

Todo lo malo que le puede pasar a usted hasta las 12 de la noche

¿Se ha levantado usted con el pie izquierdo? Pues tenga cuidado, que levantarse con el pie izquierdo da muy mala suerte. Sobre todo en días como este que son martes y 13. Trece de noviembre y martes, un día para no levantarse de la cama; siempre que el lecho no tenga los pies en dirección a la puerta del dormitorio, que esa es una invitación a que entre la parca y nos lleve.

Aunque la verdad es que no hay que tener supersticiones, que eso da muy mala suerte, pues un gato totalmente negro sólo es un gato negro totalmente y, aunque en la mayor parte de España dé mala suerte, en Galicia, por ejemplo, atrae a la fortuna, por eso acompaña a las meigas, que haberlas, hailas.

¿Da mala suerte pasar por debajo de una escalera? Depende de lo que se le caiga a usted encima. Si es la escalera, seguro; si es un cascote, también; si es la combinación del próximo sorteo de la lotería primitiva, ya se verá cómo le va a usted a partir de ese momento, que el dinero no da la felicidad, aunque tape muchos disgustos.

Y hablando de dinero, no mate a las arañas negras. En primer lugar, porque tienen derecho a la vida, como todo el mundo, y en segundo, porque atraen el dinero, como los bancos. La tela de araña no es una red de pesca, es un producto financiero complejo, una ‘preferente’.

¿Es mala suerte pincharse con una aguja del costurero? Por supuesto que sí, con lo difícil que es encontrar una aguja en un costurero, casi tanto como en un pajar.

¿Y si se derrama la sal? Con este percance ya no pasa nada, pero hace siglos, cuando había que transportarla en caballerías desde las costas, derramar la sal era una tragedia.

Curiosamente, lo mismo ocurre con el aceite en esta tierra de olivares. Pero el origen de la mala suerte de verter el aceite no debe de estar en la dificultad de conseguirla, debido a su alto precio, sino en que mancha bastante y te obliga a frotar.

Por lo demás, ni se le ocurra abrir un paraguas bajo techo, que puede usted saltarle un ojo a cualquiera y eso es un accidente de muy mala suerte.

Si te barren los pies con la escoba, no te casas, lo cual puede ser grave, aunque depende, que diría Pau Donés, pues según como te barran todo depende; pero en Galicia, región española en la que la superstición es una religión, si te dan con el palo de la escoba en la cabeza, aunque sea sin querer, es mucho peor, porque en ese mismo momento dejas de crecer. ¿Habrá peor mala suerte?

Tenga usted mucho cuidado con los espejos, no los rompa, que se puede cortar con los cristales. Y si se le cae la cuchara, no hace falta que se haga la prueba del embarazo, pues definitivamente está usted embarazado, o embarazada. ¿Qué es lo que viene? El péndulo se lo aclarará. Si el péndulo gira trazando una circunferencia sin principio ni final, es niña; pero si se mueve en línea recta, de sus obligaciones a sus aficiones y de sus aficiones a sus obligaciones, entonces viene un niño.

El péndulo de la tocología, de los zahoríes y demás profesionales de la adivinación es una de las pocas prácticas supersticiosas que anuncia buena nueva. Según como se mire. La mayoría de ellas anuncia desgracias y otros males.

Entre las de buen augurio están los tréboles. Se cree que encontrarse un trébol de cuatro hojas da buena suerte. Aunque en realidad, no la da ni tampoco la atrae. Encontrarse un trébol de cuatro hojas es un hecho afortunado en sí mismo, pues no hay muchos y los de tres inundan el suelo. Pero tampoco hay que darle excesiva importancia a encontrarse un trébol de cuatro hojas, pues conozco -creo que bastante bien- a alguien que los busca y ha encontrado muchísimos tréboles de cuatro hojas, bastantes de cinco, no pocos de seis, algunos de siete, más de uno de ocho y hasta uno de nueve hojas, nueve, y aquí lo tiene usted, escribiendo sobre supersticiones.

Tres consejos, si usted lo permite. Es más fácil encontrar tréboles de cuatro o más hojas de día que de noche, aunque sea la noche de San Juan; y hay más en los parques que en el campo abierto. Cuando busque el trébol de la suerte, no cuente las hojas, pues se superponen unas sobre otras y verá tréboles de cuatro hojas por todas partes. Es más efectivo fijarse en el dibujo que suelen tener las hojas en el haz. En las de cuatro hojas, o más, el dibujo suele formar un cuadrado.

Y así se puede seguir enumerando supersticiones hasta el infinito, pues hay más creencias sin fundamento que miedos.

El trece sólo es un número, el segundo número primo -uno de los misterios de las matemáticas-, de dos cifras, ya que, como todos sus primos, sólo se puede dividir por sí mismo y por la unidad.

Parece que al 13 se le tiene ojeriza desde que en la Última Cena se reunieron trece comensales, Jesús y sus doce apóstoles; como después pasó lo que pasó, poca gente está dispuesta a sentarse, a comer o a lo que sea, en una mesa de trece personas.

¿Y el martes? El martes es el día de Marte, dios romano de la guerra, lo que tampoco es un plato de gusto, pues en la guerra suele haber mucha sangre y, sobre todo, demasiado ruido. Y si encima se juntan, el martes con el trece, y se levanta usted con el pie izquierdo, pues no le queda otra que tocar madera.

No se preocupe si no tiene madera a mano, si su mala suerte llega a tanto que ni siquiera tiene madera, tóquese la cabeza que en tocando al capítulo de las supersticiones, suele estar llena de serrín y el serrín, a fin de cuentas, sólo es madera o, al menos, eso dicen los fabricantes de muebles con aglomerado.

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