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¿Y si trabajáramos solo cuatro días a la semana?

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8 de Noviembre de 2019

¿Y si trabajáramos solo cuatro días a la semana?

La huelga de La Canadiense fue la primera gran victoria obrera de la historia, con la que se consiguieron ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas de ocio. Fue el 1 de octubre de 1919 cuando España se convirtió en el primer país de Europa que implantó una jornada laboral de ocho horas, a raíz de la huelga en Barcelona de 43 días, con más de 3.000 detenidos, impulsada por los trabajadores de la central eléctrica La Canadiense.

"El tiempo es el elemento determinante en la relación de trabajo", afirma Ignasi Beltran de Heredia, profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC y organizador de la VI Jornada de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social dedicada al tiempo de trabajo y al descanso que tendrá lugar el 12 de noviembre en la sede de la UOC del Tibidabo.

En España, la media de horas trabajadas a la semana es de 36, pero, por ejemplo, Francia hace 25 años que introdujo las 35 horas semanales. Suecia ha llegado a experimentar con la jornada de seis horas diarias y Dinamarca tiene una media de 29 horas de trabajo, la más baja de todos los países industrializados, según la OCDE.

A partir del año 2000 las leyes danesas se modificaron para proteger y promover el equilibrio entre vida y trabajo. "Los beneficios de reducir la jornada son muchos: mejor calidad de vida para el trabajador, más ocio, conciliación personal y familiar, proyectos de pequeño emprendimiento y crecimiento del empleo gracias a la contratación de trabajadores para cubrir las horas que queden disponibles", afirma Antonio Fernández García, también profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC.

Según una encuesta realizada a más de 2.000 empleados y 500 empresarios ingleses, el 77 % de los trabajadores veía un vínculo claro entre una jornada de cuatro días y una mejor calidad de vida.

En organizaciones inglesas, en las que se ha implementado la jornada semanal reducida, cerca de dos tercios (64 %) de los jefes creían que había aumentado la productividad de su personal y la calidad del trabajo debido a una reducción de los días de baja por enfermedad y al aumento general del bienestar, sin embargo, el 45 % de los trabajadores encuestados estaba preocupado porque pasar menos tiempo en el trabajo podría hacer pensar a los compañeros que eran perezosos.

Exportar los 4 días de trabajo a España, ¿es posible?

"Si los representantes de los trabajadores (sindicatos, comités de empresa) y los empresarios (patronales y grandes empresas) negocian el acuerdo de rebajar la jornada laboral establecida por ley", explica Fernández. Pero, alerta, en España no hay voluntad de hacerlo porque ahora mismo la normativa es muy flexible, el impacto podría ser bajo y los empresarios prefieren contratar a un trabajador cuarenta horas que dos a veinte horas.

"España es un país muy dedicado al sector de los servicios, hay un alto nivel de presentismo en el lugar de trabajo (bares, hoteles, comercios, etc.), tiene niveles elevados de economía sumergida y trabajadores con una parte del salario vinculada a objetivos para cuyo cumplimiento se ven obligados a sobrepasar la jornada ordinaria", afirma.    

Un camino de 100 años hasta la jornada de ocho horas

Llegar hasta aquí no ha sido fácil. Los comienzos del trabajo asalariado durante la revolución industrial partían de la luz solar, la jornada laboral estaba determinada por los ciclos rotatorios terrestres, lo que se conocía como la ley solar. Más tarde, el desarrollo de la luz artificial lo revolucionó todo, hizo perder al sol su predominio sobre la organización del trabajo de los hombres y el "triunfo de las luces" hacía que las jornadas fueran interminables.

"Ante este escenario, el movimiento obrero se centró en el 'tiempo' como elemento prioritario y en empezar a legislar en materia laboral", explica Fernández. "La jornada de trabajo sigue siendo en la actualidad un elemento clave en la relación laboral asalariada, el tiempo durante el cual el trabajador presta el servicio al empresario", afirma Fernández. Limitar la jornada laboral fue un derecho conquistado y necesario. "Si no se limita, se vulneran derechos fundamentales de los trabajadores: el derecho a la integridad física, vinculado a la salud y la seguridad laboral, el derecho a la intimidad, el derecho a la educación...", añade el profesor.

La tecnología aumenta la jornada laboral

"La jornada laboral ha vivido dos evoluciones importantes a lo largo del tiempo", señala Fernández. Se ha ido reduciendo, tanto por las leyes creadas como por los acuerdos de los convenios colectivos entre trabajadores y empresarios (limitaciones de jornada, descansos obligatorios, limitación de horas extraordinarias), y se ha flexibilizado. "La jornada de trabajo puede variar a lo largo del año, del mes o de la semana, y adaptarse a diferentes sectores con normativas específicas o establecidas por el empresario". 

Pero el gran cambio ha sido la irrupción tecnológica de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). "La tecnología siempre ha permitido alargar la jornada y aumentar la producción; en este sentido, las TIC no son una excepción, permiten que determinados empleados puedan trabajar fuera del puesto de trabajo y ser localizados para hacerles consultas o para encargarles más trabajo", explica Fernández.

Además, según un estudio de Edenred y de la consultoría Ipsos, el 65 % de los trabajadores españoles trabaja fuera del horario laboral, una cifra que asciende hasta el 90% en el caso de los directivos. "La conexión digital continua afecta la salud y vulnera la normativa porque se prestan servicios fuera del período de tiempo de la relación laboral", advierte Fernández.

Las últimas reformas, como el decreto lley 8/2019 que incluye el registro de control de jornada, buscan imponer cierto control en los límites horarios de los trabajadores. "Es una buena medida si se hace bien, garantizando que el procedimiento de registro es objetivo, fiable y accesible", explica Fernández.

Según la encuesta de población activa (EPA) del tercer trimestre, el número de horas extras cayó el 10,4 % a raíz del comienzo del control horario. Para el profesor, la norma española tiene lagunas y aspectos mejorables, pero lo que queda claro es que es una obligación que va más allá de la normativa española y que no se podrá derogar.

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