Adolescentes y adultos se acusan mutuamente de un uso inadecuado de las redes sociales
6 de Diciembre de 2020
Dos estudios recientes de un equipo de investigadores de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), la Universidad La Sapienza de Roma y la Universidad LUMSA, también de Roma (Italia), han analizado la percepción que tienen los jóvenes frente a los adultos (incluidas las personas mayores) y viceversa a la hora de comunicarse en las redes sociales.
Entre los principales resultados de estos estudios, destaca que WhatsApp es la plataforma digital de encuentro entre ambos grupos y donde se generan más tensiones en la comunicación, y también que ambos colectivos se acusan de no vivir el momento debido al uso inadecuado de las redes sociales, pero por motivos distintos.
Estos estudios, publicados en las revistas Ageing & Society (Cambridge University Press) y News Media & Society (SAGE Journals), han podido comprobar que los jóvenes y los mayores se acusan mutuamente de un uso inadecuado de las redes sociales en cuanto a contenidos o habilidades. «Cada colectivo considera que su forma de utilizar estas tecnologías es la más adecuada», explica Andrea Rosales, investigadora del grupo de investigación Communication Networks & Social Change (CNSC), del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la UOC, y una de las autoras de los estudios.
Los investigadores, que organizaron un total de ocho grupos de discusión en Roma y en Barcelona —cuatro formados por adolescentes de entre 16 y 19 años, y cuatro con personas de entre 65 y 85 años—, muestran en sus resultados que hay una descalificación por edad, pero no solo desde los jóvenes hacia los adultos y las personas mayores, sino también desde las personas mayores hacia los jóvenes.
Ambos grupos afirman que «los otros» abusan del smartphone, lo que disminuye el valor de lo que ellos consideran «vida real». A las personas mayores les molesta que los jóvenes utilicen excesivamente el teléfono en lugares públicos (bares, transporte público, etc.) y privados (casa).
Piensan que no están desarrollando habilidades para socializar, que no experimentan y que solo saben relacionarse en las redes sociales. «Los abuelos suelen verlos solo en casa, pero sí tienen oportunidades para socializar todos los días en la escuela, con la familia y en posibles actividades personales y extraescolares. Cuando están conectados con el móvil, sigue la socialización con estos colectivos, pero en un entorno virtual», explica la experta. Por su parte, los adolescentes se quejan, por ejemplo, de la obsesión de sus padres por hacerles fotos y compartirlas en las redes. «No se quejan solo de que ellos no tengan derecho a hacerles fotos, sino de perderse un momento que están viviendo juntos», señala Rosales.
WhatsApp es la plataforma en la que actualmente se producen más contactos intergeneracionales y en la que, por tanto, hay más tensiones. Cada uno tiene un concepto diferente de las normas de comportamiento que hay que seguir en esta plataforma.
Los adolescentes se quejan de sus padres porque hacen un uso excesivo de los emojis: los utilizan mucho en sus comunicaciones y, además, a veces los ponen seguidos y repiten el mismo símbolo.
En cambio, los adolescentes que participaron en el estudio los usan muy poco o nada. Rosales considera que los jóvenes a veces quieren marcar diferencias con los padres y con la preadolescencia: cuando tienen de 12 a 14 años y por primera vez tienen su móvil, también utilizan muchos emoticonos para comunicarse.
Otro punto de tensión entre ambos grupos es el significado que se atribuye a los emoticonos, a los que los jóvenes dan un significado determinado que no necesariamente coincide con el de las personas mayores. Los adolescentes se ajustan al significado que sus creadores les otorgaron y que está recogido en los diccionarios de emoticonos.
En cambio, los adultos y las personas mayores a veces (re)interpretan su significado. «Es común encontrar en los jóvenes un apego a los significados unívocos de los emoticonos. Solo aceptan un doble sentido si está validado por su grupo social y rechazan otras posibles interpretaciones, especialmente si provienen de sus padres o de personas de otras generaciones», explica la investigadora. «Se ha popularizado una idea según la cual los emojis tienen significados unívocos, lo cual va en contra de la naturaleza de las imágenes en una sociedad diversa y multicultural», alega Rosales.
Además, ambos colectivos se critican por el tipo de contenido que comparten en las plataformas digitales. Para los jóvenes, son innecesarios los mensajes en cadena o los vídeos que difunden los adultos, las felicitaciones de Navidad y los mensajes de buenos días o buenas noches diarios, entre otros, porque no son útiles para la vida cotidiana. Por otro lado, a la gente mayor le molesta que los jóvenes compartan tantas fotos y experiencias personales en las redes.
¿Qué redes sociales son más utilitzadas en ambos grupos?
La investigación revela que las plataformas digitales sirven para diferentes objetivos según la etapa de vida de cada usuario.
De esta forma, la mayoría de los adolescentes afirmaron haber abandonado Facebook, apenas mencionaron Twitter y señalaron que usaban Instagram no solo para compartir fotografías, sino también para intercambiar mensajes privados.
Además, utilizaban WhatsApp con regularidad. «Para ellos, la mezcla de contenidos y funcionalidades hace más interesantes otras redes sociales que Facebook. Es un fenómeno sociotecnológico», indica Rosales.
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