El pueblo extremeño quiere más
21 de Noviembre de 2017
El pasado sábado los extremeños hicimos Historia con mayúsculas. Fue un gran baño de extremeñismo puro y duro en toda regla que sorprendió dentro y fuera de nuestra tierra. No porque ese extremeñismo no exista y haya surgido de repente, sino porque desde el 25 de marzo de 1936, con aquella revolución de los yunteros, la posterior dictadura con sus imposiciones y emigraciones y tras esta etapa democrática la capacidad del pueblo extremeño para poder unirse y expresarse quedaron prácticamente aniquiladas.
Las consecuencias ya las conocemos. Una población de frontera en el suroeste de la península, dispersa, envejecida y escasa en un entorno dominado por el capitalismo y sobre todo la gobernanza desigual de este país llamado España.
Por otro lado, una dosis extra de patria chica que de entrada considero un rotundo éxito y necesario para afrontar los retos que como sociedad tenemos por delante en el siglo XXI. Amar la tierra, su gente, sus paisajes y su cultura es un elemento imprescindible para que sus ciudadanos puedan luchar por ella.
Así quedó demostrado sobradamente cuando te encontrabas en esa Plaza de España madrileña con extremeños bailando la jota de Guadalupe, el pollu, bailando a ritmo de tamboril o de los tambores del carnaval.
Una vez dicho esto, la pregunta del millón que se hace la gente ahora: ¿vamos a conseguir algo? Pues sí, en mi opinión ya hemos conseguido la mayor expresión de unión del pueblo extremeño en su historia democrática, hemos logrado visibilizar el problema ante el resto de España y que simpaticen con nuestra demanda y por supuesto, decir que Extremadura también existe.
Cuando menos pensábamos que íbamos a triunfar con la situación de Cataluña en el candelero, nos hemos sorprendido porque con nuestro millón de habitantes sobre la tierra, hemos conseguido equilibrar la balanza de las desigualdades territoriales y poner de manifiesto que hay otras españas hacia las que también hay que mirar.
El resto del éxito, como es lógico y muy a nuestro pesar, depende de la clase dirigente de Madrid. Pero esta es una lucha que debe continuar. Los extremeños hemos dado a luz un ser vivo que ahora irremediablemente tiene que crecer para seguir enarbolando la bandera de la reivindicación y la lucha por nuestra igualdad de oportunidades. Por nuestro futuro, nuestro trabajo y nuestros jóvenes y mayores. Ese ser vivo es ahora sí responsabilidad de la sociedad extremeña para que desde el punto de vista social y político recorra el camino que se ajuste a sus necesidades e inquietudes.
El sábado 18-N quedó demostrado que el pacto por el ferrocarril se quedó corto para la ciudadanía. Se decía que no iba contra nadie la manifestación pero la gente acusaba al bipartidismo de Madrid que nos ha abandonado durante 40 años. Se reclamaba un tren digno pero la gente pedía un AVE como los demás. Se exigía un tren digno, pero los extremeños pidieron dejar de ser los últimos, pidieron ser atendidos, pidieron trabajo y calidad de vida en su tierra.
Por esto digo que las expectativas del pacto por el ferrocarril ya se han quedado cortas para la vida de la gente porque le pese a quien le pese, los extremeños queremos ser igual que los demás y para eso, hay aún mucho trecho por recorrer.
POR: Juan Pedro Sánchez Romero (@JuanPedro_SR)
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