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El pueblo fantasma que esconde el norte de Extremadura

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10 de Diciembre de 2019

Como si de un cuento se tratara. Extremadura esconde un pueblo fantasma en el norte de Cáceres. Un municipio con una historia única, pero sobre todo inolvidable. A su entrada, un castillo, en su interior, un pueblo expropiado de sus casas y sus tierras. Recorriendo sus calles aún pueden observarse sus enseres, sus costumbres y su cultura.

El castillo de Granadilla es una edificación defensiva cuyos orígenes se remontan al siglo XIII. Durante la Edad Media, este pueblo cacereño se llamó Granada, hasta que la conqusta del Reino de Granada por los Reyes Católicos Isabel y Fernando en 1492. A partir de entonces le pusieron el nombre de Granadilla para evitar confusiones.

La pequeña población de la villa, 1.124 habitantes en 1959, fue forzosamente desalojada al ser sus tierras inundadas por las aguas del embalse de Gabriel y Galán, reduciéndose en 1960 a menos de la mitad, 486 vecinos, y produciéndose el último y definitivo destierro en 1965. No solo se vieron afectadas las tierras de Granadilla sino también parte de los términos municipales de Sotoserrano, La Pesga, Mohedas de Granadilla, Guijo de Granadilla, Caminomorisco y Zarza de Granadilla.

La administración no estuvo a la altura de las circunstancias. Con tasaciones de algunos de los bienes expropiados en la tercera parte de su valor real, lenta y escasa y en el pago d elas indemnizaciones, sin que aún se les hubiera satisfechos estas, los vecinos debían agar rentas a Confederación Hidrográfica del Tajo por seguir cultivando sus propias tierras que aún no habían quedado inundadas.

Y por si fuera poco, el ganado tampoco podía pastar, pues se procedió a una intensa repoblación de las zonas expropiadas sin inundar con especies alóctonas como pinos y eucaliptos, para lo que se contrató además a trabajadores andaluces.

Granadilla se convirtió definitivamente en península en 1965. Al municipio más cercano, Zarza de Granadilla, a 8 kilómetros, solo se podía llegar en barca, y el agua inundó también el cementerio, viéndose obligados muchos familiares a trasladar a sus difuntos. Sin embargo, los pagos de los perjuicios indirectos no se realizaron hasta 1973, diez años después de la expropiación.

Lo que comenzó siendo un ataque a los recursos económicos siguió siendo una privación incluso del agua para consumo humano ya que las fuentes de las que se abastecía Granadilla quedaron inundadas, y terminó siendo un desalojo forzado de sus viviendas por expropiación de las fincas urbanas a cambio de una casa en algún pueblo de colonización río abajo, como Alagón del Río.

Actualmente el municipio puede visitarse bajo un horario establecido. Además, campamentos escolares desarrollan actividades dentro de él, intentando mantener este pequeño municipio.

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