ESTUDIO - ¿Por qué se producen más divorcios en diciembre?
10 de Diciembre de 2019
Sí, la Navidad puede ser perjudicial para las parejas. Así lo relatan en un informe de la Universitat Oberta de Catalunya. De hecho concretamente destacan que el 11 de diciembre, una semana antes de comenzar esta festividad, es el día más probable para que se rompa una relación de pareja.
Para determinar esta fecha desde la web han analizado la información que aportan los 2.271 millones de usuarios activos que Facebook tiene en el mundo cuando actualizan la pestaña que indica situación sentimental. Y, por otro, los datos del Servicio de Estadística del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) confirman que en el primer trimestre del año, después de las fiestas, en España aumentan las demandas de disolución matrimonial.
Así, de las 111.704 separaciones y divorcios que se produjeron en 2018, un 26% (29.108) tuvieron lugar de enero a marzo. El primer lunes hábil de enero es el más crítico y, de hecho, los abogados del Reino Unido lo llaman Día D (Día del Divorcio).
En primer lugar, Francesc Núñez, sociólogo y director del máster de Humanidades: Arte, Literatura y Cultura Contemporáneas de la UOC, explica que, si el 11 de diciembre es el día más crítico para las parejas, puede ser porque es el momento en que se comunica o decide romper, más que el día en que la ruptura se hace efectiva.
“Hay que tener en cuenta que una cosa es cuándo se produce la ruptura (que muchas veces es más un proceso que un momento puntual) y otra es cuándo se hace pública o se hace oficialmente la petición de separación o divorcio”. En cualquier caso, ¿por qué tantas personas rompen su relación o comunican su ruptura sentimental justo antes o inmediatamente después de la Navidad?
“En la rutina es más sencillo dejarse llevar por la inercia, mientras que en los periodos vacacionales, y especialmente en la Navidad, las parejas saben que afrontarán un periodo intenso de vida familiar y, por tanto, es el momento en el que precipitan la decisión”, explica Adrián Montesano, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC y experto en terapia familiar y de pareja.
“Por ejemplo -continúa Montesano- alguien insatisfecho en una relación que no lleva mucho tiempo puede pensar: 'No quiero que él o ella se vincule más con mi familia, si en realidad la relación no tiene futuro'. Así, en estas relaciones menos estables o con un nivel de compromiso menor, las razones para romper pueden ser tan livianas como: 'Vuelvo a mi ciudad natal quince días y no me apetece estar pendiente del teléfono' o 'Voy a reencontrarme con…', y cualquier viento que sople puede precipitar la ruptura”.
Según la estadística de nulidades, separaciones y divorcios (ENSD) correspondiente a 2018 y difundida por el Instituto Nacional de Estadística (INE), los matrimonios disueltos por divorcio tuvieron una duración media de 16,6 años, mientras que la de los matrimonios separados fue de 22,8 años. En estos casos de relaciones más prolongadas, a la hora de tomar la decisión de separarse en unas fechas tan señaladas como son las previas a la Navidad "puede pesar más el hecho de evitar un esfuerzo familiar desmedido o el peso simbólico que tiene la perspectiva de las Navidades separados para ayudar al proceso de desvinculación", añade el profesor de psicología de la UOC.
Francesc Núñez coincide. “Puede ser que aprovechen la Navidad para comunicar una ruptura (retenida en su versión pública) que ya lleva tiempo ‘cocinándose’, y así se ahorran pasar por las situaciones familiares con una relación que ya está rota o muy deteriorada. Se ahorran, pues, un mal rollo, por decirlo lisa y llanamente. La Navidad te fuerza, te obliga a que la vivas como un periodo familiar de proximidad emocional a los tuyos, y este ambiente familiar y amoroso hace que aún pueda resultar más difícil mantener una relación de pareja que lleva tiempo deteriorada”.
“Muchas personas aprovechan el nuevo año (o un periodo señalado) para hacer buenos propósitos. No me resulta verosímil que pueda ser muy general, pero puede haber algún caso que decida empezar el año con una nueva vida en la que ya no cabe una relación deteriorada. Digamos que el buen propósito, el imaginar y empezar a sentir todo lo bueno que eso puede comportar pueden dar valor, ánimos e impulso para llevar a la práctica una situación (separarse de la pareja) que ya hace tiempo que se estaba pensando”.
Adrián Montesano, como experto en terapia familiar y de pareja, confirma el planteamiento de Núñez. “Puede influir que la Navidad signifique un periodo de revisión personal y por tanto incite a la toma de decisiones de este tipo. La experiencia clínica nos enseña que cuando una pareja está pasando por una etapa crítica, es habitual que el miembro más insatisfecho establezca deadlines del tipo: Si de aquí a Navidades la cosa no ha cambiado…”.
Históricamente los divorcios y separaciones consensuados han sido más comunes que los no consensuados. En 2018, por ejemplo, 65.636 rupturas fueron de común acuerdo, frente a las 46.068 que no llegaron a un convenio, según la estadística del CGPJ.
Con acuerdo o no, antes de llegar a la separación, “a las parejas y familias que estén pasando por algún tipo de malestar relacional, les aconsejo, principalmente, que soliciten ayuda profesional y que no tarden mucho”, recomienda Adrián Montesano. “Las posibilidades de unión o separación sin sufrimiento ni mayores consecuencias disminuyen cuanto menos se tarda en afrontar la situación con o sin ayuda profesional. Dicho de otro modo, cuanto antes mejor".
Y en el caso de que la separación llegue en unas fechas tan señaladas como la Navidad, ¿cómo se debería afrontar? “Desafortunadamente, no estamos preparados para las pérdidas. Somos una sociedad educada en el apego. Pero las rupturas de pareja, cuando tocan, son muy saludables”, afirma Montesano y explica el porqué:
“Es importante que seamos conscientes del hecho de que el estrés relacional es uno de los factores que mayor incidencia tienen en el bienestar psicológico de las personas. Así, los miembros de una pareja con un nivel de conflicto alto o con un grado alto de desvinculación emocional están expuestos a niveles de estrés equiparables a haber sufrido un trauma y que pueden desembocar en importantes problemas de salud tanto físicos como psicológicos. Así pues, una ruptura a tiempo es siempre una victoria para la familia, incluidos los hijos, si los hubiere”.
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