Llega a Badajoz el movimiento de funcionarios de prisiones que prescinde de los sindicatos
5 de Noviembre de 2018
Se llama ‘Tu abandono me puede matar’; es un movimiento laboral, del funcionariado de prisiones; tiene carácter asambleario; se puso en marcha hace dos meses en la prisión de Alhaurin de la Torre (Málaga); está presente en una treintena de cárceles españolas y ya ha llegado al centro penitenciario de Badajoz. Se define como un ‘movimiento asindical’.
Y la definición deja claro que no están con los sindicatos tradicionales, pues consideran que han traicionado a los trabajadores de prisiones.
“Nos hemos ido distanciando de nuestros representantes sindicales que, durante todos estos años, han aparecido (más) como gestores de servicios para afiliados que como verdaderos representantes de los trabajadores, desoyendo nuestras quejas e ignorando nuestro malestar, y hasta hace poco, enfrentados en una lucha fratricida. Siendo conscientes que son el interlocutor legítimo y válido se les ha demandado aumentar la presión contra la Administración y que nuestras inquietudes sean tenidas en cuenta. Y no hemos obtenido respuesta. En este contexto nace el movimiento asambleario ‘Tu abandono me puede matar’, en Alhaurin de la Torre hace ahora dos meses, y que a día de hoy está presente en más de 30 centros penitenciarios de toda España y al que recientemente se ha unido la prisión de Badajoz. Ha nacido como un movimiento asindical y apolítico; simplemente somos trabajadores y trabajadoras penitenciarios que nos sentimos olvidados y que nos sentimos en peligro, cuyo único objetivo es impulsar un marco de entendimiento entre un colectivo profesional y la Administración a través de pequeñas acciones voluntarias que llevamos a cabo para hacer visible a la sociedad nuestra existencia, nuestro trabajo, y nuestros problemas”.
DIGNIFICACIÓN LABORAL Y MEJORAS SALARIALES
‘Tu abandono me puede matar’ reclama que la Administración del Estado dignifique su labor y mejoras salariales.
“Los funcionarios de prisiones somos un colectivo de, aproximadamente, 23.000 personas, encargadas de hacer ejecutar la Ley y cumplir con el mandato constitucional de reeducación y reinserción social de los condenados que genera un país de 45 millones de habitantes. Contenemos tras los muros lo que la sociedad no puede permitirse en el marco de una convivencia pacífica y tenemos la obligación de devolverlos a la sociedad en condiciones de no volver a delinquir”. “Escuchamos problemas y secamos lágrimas, sin ser psicólogos; vigilamos comedores y patios, sin ser maestros; evitamos conflictos, separamos peleas, intervenimos drogas y objetos peligrosos, sin ser policías; prestamos asistencia sanitaria inmediata, sin ser sanitarios; apagamos fuegos, sin ser bomberos; y realizamos multitud de tareas administrativas. Pero sólo somos ayudantes de instituciones penitenciarias”.
“Nuestro trabajo es tan importante para la seguridad del Estado como pueda serlo el de las FCSE (Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado), pero parece que nadie lo supiera. Nos sentimos olvidados, abandonados y marginados. Sufrimos más de 600 agresiones al año, físicas, sin contar las verbales, casi una media de dos por día y estamos expuestos permanentemente a sufrir accidentes biológicos, ya que un alto porcentaje de los internos padece enfermedades infecto-contagiosas. Y se da la paradójica circunstancia de que ni siquiera somos agentes de la autoridad, algo que sí tiene reconocido un sanitario o un maestro, incluso dentro de la cárcel”.
“Durante los últimos diez años hemos sufrido las consecuencias de la crisis al igual que los demás, viendo nuestro salario recortado primero y congelado después, con una plantilla envejecida, sin reposición de personal, con unos medios materiales obsoletos que no se han adaptado a las nuevas tecnologías. La crisis ha pasado y nos ha dejado un importante retroceso, que no debería tomarse tan a la ligera por parte de la Administración, ya que se trata de un servicio público esencial. Nuestras demandas no son imposibles ni descabelladas, ya que somos un colectivo relativamente pequeño dentro de la A.G.E. (Administración General del Estado). Reclamamos lo mismo que han obtenido nuestros compañeros de la Secretaría de Estado para la Seguridad: Policía Nacional y Guardia Civil. Dentro del Ministerio del Interior, hasta la Dirección General de Tráfico y Protección Civil han obtenido mejoras, todos menos nosotros. Básicamente pedimos justicia salarial y dignificación profesional”.
JUSTICIA SALARIAL
En el apartado salarial, el colectivo ‘Tu abandono me puede matar’ reclama para los 23.000 trabajadores de prisiones una subida similar a la de sus “compañeros de Ministerio, en el mismo plazo (2018, 2019, 2020) y con las mismas garantías de cumplimiento (real decreto ley)”.
También exige que se les suba al nivel 17 dentro de la escala funcionarial. “La Policía Nacional tiene un nivel mínimo de 17”.
Además. Reclaman el desarrollo de las condiciones para su pase al grupo B.
DIGNIFICACIÓN PROFESIONAL
Otra de las exigencias de este movimiento asindical es que se le reconozca inmediatamente “la condición de agentes de la autoridad” y la reposición de la tasa de personal; hay 3.500 vacantes. “La huelga ha dejado en evidencia esta escandalosa falta de personal, ya que los servicios mínimos decretados por la propia Administración son superiores a los servicios prestados habitualmente”.
Otra de las peticiones es el “desarrollo de un protocolo de agresiones avalado por los agentes y consensuado con los trabajadores”, así como el reconocimiento de la. “carrera profesional y formación continua adecuada a través de un centro de estudios penitenciarios” para “garantizar la eficacia y eficiencia”, no sólo de su labor profesional, sino también de su seguridad.
Otras de sus propuestas son el “pago de noches, cambio de nombre y mejora de la uniformidad”.
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