OPINIÓN - Chivos expiatorios

Resulta que el bochornoso asunto de los exámenes filtrados de la EBAU se va a saldar con el cobro de la cabeza de dos “chivos expiatorios” que pasaban por allí. Y ya está, “aquí paz y después gloria”, que diría aquél.

Hasta los propios estudiantes, que llevan días alternando encierros y concentraciones, han declarado que los dimitidos no eran los que tendrían que haber perdido sus cargos, sino otros actores, verdaderamente protagonistas, del proceso de la EBAU. Pero parece que la realidad da igual. Se cumple con aquello que promueve la política de gestos y el apaciguamiento clásico: concederle algo a la gente, para que se conforme y, luego, dejar que el tiempo alivie los ánimos y apague las conciencias.

En otras palabras, que el escándalo que ha puesto a Extremadura, de nuevo, a los pies de los caballos, mientras toda España observaba incrédula y “ojiplática”, se salda con dos dimisiones de un par de personas que tenían una responsabilidad muy limitada en el asunto.

Pero hay que reconocer que, al menos, la UEx ha guardado las apariencias, y le ha dado a la masa estudiantil dos dimisiones, con las que algunos chavales se habrán visto parcialmente resarcidos. Pero la Junta de Extremadura no ha hecho ni eso. Porque en la Junta de Extremadura nadie dimite nunca. El Ejecutivo regional es experto en echar balones fuera. Y, cuando no culpa a Madrid, culpa a los gobiernos locales, y, cuando no, a gobierno anteriores, o a las condiciones atmosféricas…

Y, como la memoria, por desgracia, es muy frágil, aquí todo el mundo se olvidará del asunto más pronto que tarde. Y los miembros del gobierno regional implicados en este desaguisado seguirán tan plácidamente, apostados en sus cómodas poltronas, mientras algunos jóvenes preuniversitarios sufrirán las consecuencias de haber tenido que repetir unos exámenes en los que se juegan buena parte de su futuro.

POR: Antonio Galván González.