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Agro

OPINIÓN: Presencias, ausencias y carencias en el Salón Internacional del Gourmet

Agro

11 de Mayo de 2018

Miro cincuenta años atrás y me acuerdo de la ‘Feria del Campo’, con sus pabellones regionales e incluso provinciales, en la Casa de Campo madrileña. Aquello era otra feria y otros tiempos; la imagen de una España rural que luchaba por la subsistencia, en la que no existían la superproducción de alimentos de una agricultura y ganadería industrializada y hasta robotizada, como hoy.

Ello no impide que nos acordemos, con cierta añoranza, de aquellos tiempos al recordar aquellas sardinas gordas de Cantabria, o aquellas chuletas de cordero extremeño, de canales pesadas, que eran una delicia para visitantes. Son sabores y olores que siempre permanecerán en el recuerdo de quienes tuvimos la suerte de vivirlos.

Metidos ya en la modernidad alimentaria, hace treinta años que el Salón Internacional del Gourmet empezó a celebrarse también en la Casa de Campo, en el Palacio de Cristal y en el Pabellón Arena, y también nos parecía un marco más adecuado para esa muestra de alimentos especiales y gourmet, en el mismo escenario en el que habíamos conocido los alimentos tradicionales. Todavía perviven algunos de aquellos pabellones provinciales.

Pero las nuevas infraestructuras modernas como IFEMA, se levantan para homogenizarlo todo, y allí hay que ir a vender alimentos, coches, joyas o productos Informáticos. Son los nuevos tiempos, poco dados al romanticismo, que no tendría por qué estar reñido con las nuevas técnicas comerciales, si hubiera un poco de sensibilidad en quienes gobiernan las ciudades. Pero dejemos a un lado nuestros recuerdos estéticos y sentimentales, y como diría el de Castuera, ‘vamos al turrón’.

Al Salón del Gourmet le perjudica bastante el año en que la fecha de celebración coincide casi con la de la Alimentaria de Barcelona. Aunque este año la crisis que está viviendo Cataluña (a pesar de que algunos descerebrados no quieren enterarse), se ha notado en aquel foro alimentario. También hay empresarios extremeños que me comentan que no podían estar en dos eventos tan próximos en el tiempo. De todas formas hay dos tipos de empresas a la hora de valorar la presencia en estos eventos.

A las empresas de alimentos convencionales de ciertas dimensiones, les parece más profesional la Alimentaria de Barcelona, y procuran estar presentes en ella. A las que producen alimentos en menor cantidad, más de tipo gourmet, encuentran en el salón de Madrid un escenario más favorable para su productos. Digamos que esta busca un poco más la espectacularidad, la exhibición y la presentación de novedades, pensando más en el sector de la hostelería y la restauración (HORECA).

Casi todos los empresarios con los que he hablado me dicen que ha habido algo más de alegría en esta edición. Que hubo bastante concurrencia de empresas, y a casi todas parece haberles ido bien. Algunos agradecen las buenas condiciones concedidas por Avante para montar el estand. Les piden una cantidad como aval y luego se la devuelven, con lo cual les sale casi gratis la feria. Otros dicen que no se debe regalar nada porque así no se valora.

La cuestión es que a quienes he visitado en el Pabellón de Extremadura se encuentran bastante satisfechos.

De los cuatro pabellones del salón, en el número ocho se celebró Gourmet Queso. Como cada año estuvo bajo la dirección de José Luis Martín, ese extremeño que desde hace años es un referente en el mundo del queso. Más de cincuenta queserías, algunas extremeñas, con algunas ausencias notables, estuvieron presentes. Más de 700 quesos participaron en el concurso, cada vez más concurrido y prestigiado, y al menos en los premios una empresa extremeña: Silva Cordero, de quesos de Acehúche. La Red Española de Queserías de Campo y Artesanas, estuvo presente, de la que es miembro destacada Remedios Carrasco.

Saludé y charlé con empresas amigas en el Pabellón de Extremadura. Eché de menos a otras y me congratulé de que, al menos las presentes, decían estar satisfechas con los resultados, en líneas generales. Creo que tanto en el jamón como en el vino hubo ausencias notables. Seguramente tendrán sus razones para ello.

Reitero que la modernidad no tendría que estar reñida con escenarios más naturales y tradicionales. Como la artesanía tendría que ir de la mano también con la tecnología, al menos cuando se trata de alimentos gourmets.

Pedir un poco más de imaginación a la Administración, y a los profesionales que se encargan de estos eventos, no sé si es mucho pedir. Tal vez a medida que avance la alimentación ecológica (ya hay proyectos espectaculares en Extremadura, grandes y pequeños), las instalaciones que alberguen a estas ferias alimentarias vayan cambiando el diseño y el espacio. Como los plásticos tendrán que ir cambiándose por envoltorios más compatibles con lo que luego nos hemos de comer. Falta todavía cierta imaginación en el mundo de la alimentación para acabar con el despilfarro y la contaminación.

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