¿Qué anuncian los pequeños terremotos?
30 de Julio de 2018
En la zona de Mirabel, al noroeste provincia de Cáceres, ha vuelto a registrarse otro pequeño movimiento sísmico.
Ocurrió el jueves, día 26 de julio, a las 14:01 horas, según los datos facilitados por el Instituto Geográfico Nacional.
El sismo, debido a su baja intensidad, debió de pasar absolutamente inadvertido para la población. Pero no es la primera vez que se detecta un movimiento sísmico en el cuadrante noroeste de Extremadura. Se han detectado otros en Mirabel y en Brozas. Todos ellos de baja magnitud.
El del jueves tuvo una magnitud de 1,6 en la escala mbLg. El Instituto Geográfico Nacional sitúa el epicentro de este sismo al noroeste de Mirabel y su origen, hipocentro, a 19 kilómetros de profundidad.
UNA ZONA TRANQUILA
Extremadura no es una zona especialmente propensa a sufrir terremotos, aunque se encuentra rodeada por áreas con una notable carga sísmica, como son Portugal, Andalucía y la zona del Levante, así que la detección de pequeños sismos en la región es mucho menos frecuente que en otros territorios y llaman más la atención, aunque la población no los detecte. Los sismos suelen se notados por las personas a partir de la magnitud 3.0 de la mencionada escala.
EL MUELLE DE LA CORTEZA TERRESTRE
¿Cómo puede interpretarse que en una zona sismológicamente tranquila, como Extremadura, se produzcan pequeños terremotos y además, con una localización prácticamente calcada?
Pues sin duda indican que bajo la superficie hay una falla, una rotura en el manto de la corteza terrestre, una fricción entre placas. ¿Quiere decir eso que puede haber un gran terremoto?
Si hay fallas o fricciones entre las placas geológicas, siempre puede haber un terremoto de gran magnitud, pero que se registren pequeños seísmos no anuncia el gran terremoto. Todo lo contrario. Puede decirse que los pequeños sismos son beneficiosos.
Las fallas geológicas y las zonas de contacto entre las placas continentales, son como muelles que, debido al desplazamiento que se producen a gran profundidad, continuamente se están cargando. Se tensan. Hasta que llega el momento en el que la fuerza acumulada se dispara y el movimiento generado bajo la corteza terrestre, en el hipocentro, causa un terremoto que es percibido con mayor o menor intensidad en la superficie según la magnitud del ‘disparo’, la profundidad a la que se haya originado y del medio a través del cual se transmitan las ondas.
Así que los pequeños movimientos sísmicos, esos que no son percibidos por la población, le quitan fuerza al muelle del gran terremoto que, a veces, ni siquiera llega a producirse. Aunque no es menos cierto que allí donde hay pequeños terremotos hay fricciones geológicas y puede producirse un gran seísmo.
En ocasiones, la detección de estos pequeños y medianos sismos alertan a las personas expertas en sismografía sobre una falla que no conocían, porque no estuviese catalogada, aunque sea antigua, o porque acaba de aparecer y está en crecimiento.
Cada día se detectan al menos media docena de terremotos en la Península Ibérica, sus islas y territorios marítimos, pero aunque pueda parecer lo contrario, no es que cada vez haya más terremotos. Lo que ocurre, como declaró a 7Días en una entrevista exclusiva Emilio Carreño, director de la Red Sísmica Nacional, es que cada día hay mejores aparatos para detectarlos y los que antes pasaban desapercibidos, ahora son identificados, medidos y catalogados e inventariados.
Lo que no se ha inventado todavía, al contrario de lo que ocurre, con los ciclones, es un aparato que prediga los terremotos con días de antelación, de modo que las personas situadas en su área de influencia puedan tomar las precauciones necesarias para evitar daños.
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