¿Qué puede ocurrir en España tras Andalucía?
4 de Diciembre de 2018
En esta volátil y convulsa realidad geopolítica en que se ha convertido España. Vibrante, sorpresiva y muy alejada ya de un bipartidismo anómalo por las alturas de la Democracia en que nos encontrábamos, irrumpe una ‘nueva’ fuerza política en el panorama.
Sorprende a muchos que esta sobresaliente irrupción va ligada a la estrepitosa caída del socialismo andaluz, pues los 400.000 votantes que han abandonado el proyecto socialista son los mismos 400.000 que gana VOX.
Y, ¿Cómo es posible que centenares de pueblos tradicionalmente socialistas se hayan levantado de derechas?
Las respuestas parecen complicadas pero son sencillas: muy alejada ya del férreo bloque resultante del Franquismo (PSOE-PP) la España actual es una nación más cultivada e informada, repleta de matices, diversa, insumisa, impaciente, igual de luchadora que siempre y sabia, muy sabia.
Además, resulta obvio que las marcadas ideologías de los 80 y 90 han dado paso a una enorme flexibilidad a la hora de decidir el voto. No es que la gran mayoría de los españoles no tengan ideología, sino que ya no compran ni firman un contrato de por vida con rojos o azules.
También es cierto que todas las formaciones tienen su suelo a través de hooligans, personas que viven de los partidos, red clientelar, parásitos, nostálgicos, o familias tradicionalmente inamovibles.
Pero el grueso de la sociedad, ese que cambia y trastoca el sentido de las cosas comienza a reparar en matices -algunos relevantes y otros nimios- a la hora de decidir su voto: desde el “me cae o no bien”, “me gusta o no su imagen”, “defiende o no a mi gremio”,… hasta los del “yo analizo exhaustivamente un programa electoral” hay un mundo nuevo que las encuestadoras no aciertan a descubrir y por extensión traducen en sus fallidos augurios.
Pero volviendo a la situación política los interrogantes parecen haberse aclarado también a tenor de lo vivido durante los últimos años.
A la mayoría de españoles, a los que le cae muy lejano el Franquismo o no vivieron sus peores años, les da exactamente igual donde se encuentre enterrado ese hombre; no permiten que el Partido Socialista se venda a separatistas por mantenerse en el sillón; no ven razonable que Sánchez viaje en su flamante avión de Madrid a Valladolid, mientras hay españoles pasando penurias; que estén acelerando la creación de comunidades de primera, segunda y tercera; que el estelar equipo de ministros presentado por Sánchez esté manchado en ya demasiados casos de turbios chanchullos, todo ello en breve espacio de tiempo,…
Pero sobre todo que, a pesar de que Mariano Rajoy estaba sobrando en Moncloa por los innumerables casos de corrupción que azotaban a su partido, los españoles no permiten que les gobiernen (aunque sea legal) a golpe de moción de censura y vendiéndose a los que quieren romper deliberadamente España.
Cabe recordar que el PSOE -tras la debacle económica de ZP- se encontraba perdido, angustiado, alejado de la sociedad, en la retaguardia, inexistente,… centrado todo el protagonismo mediático en las medidas económicas para salir de la crisis mezcladas con la corrupción y el ascenso de Podemos. Y llegaron al momento de “abrirse en canal”, con aquel bochornoso proceso de primarias donde la realidad les dio una hostia de la que algunos todavía se están recuperando, no quedándole otra que tragar con Sánchez.
Pero una cosa es que una extensa parte de los dirigentes y afiliados del Partido Socialista tengan que tragar con Sánchez y otra bien distinta es que los españoles vayan a permitir que se rompa España gracias a las ansias de poder de un partido político.
Por todo ello creo que los andaluces han castigado al socialismo en Andalucía, y también porque Susana no dudó en alejarse de su tierra para tomar las riendas del PSOE nacional, para retornar a su tierra y volver a fracasar. No se puede prometer esperanza cuando has gobernado 36 años un territorio y este continúa ofreciendo los peores ratios económicos.
La misma que Fernández Vara defendió a capa y espada, para al día siguiente abrazarse al vencedor. Además, Díaz es delfín político de unos señores que gobernaban mientras su amiguetes gastaban el dinero de los andaluces en prostitutas y mariscos. Nada más denigrante desde que comenzó la Democracia.
Por otra parte, la izquierda nunca se ha sentido muy a gusto con la bandera de España, aquella de la que deberíamos sentirnos orgullosos por representar la suerte de vivir en país mejorable pero excepcional, e indica que un partido que se aparta de algo tan básico como la bandera no puede tener un proyecto creíble de país.
Ahí radican las razones del crecimiento de formaciones como VOX, hastiados miles de españoles de comerse el plato de lentejas con Puigdemont y Torra, quienes llevan acaparando los ratos familiares y sobremesas durante años.
En fin, como ocurre siempre, la realidad ha puesto a cada uno en su sitio… diametralmente lejos del CIS de Tezanos. Y parece que esto no ha hecho más que empezar.
Se abre un horizonte de múltiples posibilidades y de una incertidumbre desconocida de cara a las elecciones municipales y autonómicas del próximo mayo.
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